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Análisis

Pedro G. Tuero

La señorita Gayoso

Esperemos que caigan en la cuenta de dedicarle una calle con su nombre

Fue allá por el mes de octubre de 2012, cuando desde este mi cierro, le dediqué a mi profesora y compañera de instituto, María Adela Gayoso, fallecida la pasada semana, un artículo que, según ella me dijo, le había parecido entrañable.

Y fue así lo que le decía: […] María Adela Gayoso Cancela, siempre con "y" griega, ¿verdad, María Adela?, ha supuesto el ejemplo para muchos alumnos suyos que luego hemos ejercido la enseñanza. Y que en el correr de los años, también la hemos disfrutado como compañera. De origen galaico, llegó a esta Isla bendita al ser su progenitor destinado como secretario del Ayuntamiento, hija de leguleyo -como siempre ha dicho-, quedando asentada toda su parentela para siempre en esta ciudad. Desde aquel legendario Patronato "Rafael Estrada Arnáiz", como profesora de Historia, secretaria y Jefe de Estudios luego, junto al inolvidable don Alberto Agudo, hasta el entonces, recién inaugurado instituto de bachillerato "Wenceslao Benítez", pasando por mi añorado "Isla de León"; María Adela nos ha dado constantemente excelentes lecciones de Historia, elegancia, magisterio y de saber estar. Una profesional como quedan pocos y una valiente mujer en la que muchos docentes nos hemos querido reflejar. Sé que eran otros tiempos, mi melancólico lector, pues esa otra educación que recibíamos no tenía nada en común con la de hoy. Aquel sacrificio y el espíritu de trabajo de entonces, les suena a chino -con perdón- a estos chicos actuales. O, el esfuerzo individual y el interés, que han quedado anticuados en una sociedad como la de ahora, chabacana y zapatera, con una televisión inmunda, de orejas tapadas o de deditos constantes y penitentes sobre la pantallita digital de turno. Aunque también por aquellos años -bien lo sabe María Adela- había mucho cretino, pero de Creta, como ella apostillaba disimulando, después de dirigirse con este adjetivo a algún alumno desviado. Hoy la señorita Gayoso -como la nominábamos-, goza de una espléndida salud. Sus paseos por la calle Real y su misa diaria, junto a su innato acento gallego jamás desvanecido, tan presumida y femenina como siempre, en la que su aguzada mirada y ese leve efluvio de distinción no se han marchitado […].

Porque saber educar no fue ni ha sido fácil, y eso sólo lo sabemos los que hemos tenido la fortuna de ejercer esta magnífica profesión. Hoy tan denostada y desprestigiada como nunca.

Casi 102 años de vida que han servido como modelo de profesionalidad y ejemplo para todos los que la conocimos. Esperando que la señora Cavada como su equipo de gobierno caigan en la cuenta de dedicarle una calle con su nombre. No sería nada extraño ni chocante, porque la señorita Gayoso se lo merece. Hasta pronto María Adela y descansa.

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