Análisis

Rafael Duarte

Cuando haiga, voy

Recuerde que el Padre Nuestro también fue leísta un tiempo y lo rezábamos así

Conozco a quien lo dice. En la Isla. Y quien tiene cargo y la usa. En las redes sociales sirve de cachondeo coloquial, como epítome de incultura. Cuando haiga de eso, hablamos. O, el más grande que haiga, frase de la leyenda urbana para los coches caros, denominados por eso, haigas, en los tiempos de Franco.

Pero, el otro día leyendo al pater Isla, mi admiración por el humor en la picaresca, me lleva ahí, colgué en las llamadas redes sociales, el siguiente texto: " Porque -hablemos en puridad- eso de prólogo galeato es mucho latín para principio de una obra lega... Mira, hermano, Fray Gerundio de Campazas, con este nombre y apellido, ni le hay ni le ha habido ni es verisímil que jamás le haiga". Nos explicamos: Puesto que la obra que cita data del siglo XVIII, se justifica el empleo de la forma verbal haiga, deformación de la primera o la tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber, documentada con cierta profusión desde el siglo XVII según el corpus diacrónico de la Real Academia, que queda definitivamente relegada a la lengua vulgar y popular en el siglo XX.

Por otra parte, la época de composición de la obra también justifica la diferencia en cuanto al uso de los pronombres personales átonos, especialmente le(s). Debe tenerse en cuenta que, en el siglo XVIII, la mayor parte de los escritores peninsulares eran leístas, por ello, en las primeras ediciones de la Gramática de la Academia (desde 1771 hasta 1852), solo se considera correcta la utilización de le para el complemento directo masculino singular, tanto de persona como de cosa. En el siglo XIX tiene lugar una fuerte reacción antileísta, perceptible en los escritores cultos. Por ello, en la Gramática de 1854 se recoge ya la alternancia de le y lo para el acusativo masculino singular, si bien no queda claro el criterio de distribución de ambos pronombres. Durante las ediciones siguientes de la Gramática se prefiere le para complemento directo masculino singular, aunque se acepta también el lo etimológico. En la Gramática de 1920, de acuerdo con la etimología y con el uso más frecuente (casi todo el español americano y la mayoría del español peninsular), la Academia recomienda explícitamente el uso de lo para expresar pronominalmente el complemento directo masculino singular, aunque admite el uso de le. En el Esbozo (1973) se condena el leísmo referido a cosa, pero se permite el referido a persona masculina singular; el leísmo plural siempre ha sido censurado por la Academia. Sin embargo el Diccionario panhispánico de dudas (2005) admite el uso de le como complemento directo masculino cuando el referente es de persona, si bien se prefiere el empleo de lo (criterio etimológico) también en ese caso. El laísmo, por su parte, está censurado explícitamente en esta última obra. Igualmente se podrían documentar vocablos tales como melecina, medecina y algunas más que se oyen isleñas.

Cuando te digan haiga o le recuerda que el Padre Nuestro también fue leísta durante un tiempo y que todos lo rezábamos así. Cierta piedad no desmerece.

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