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Sanidad en deterioro

La Atención Primaria debe ser reforzada con medios y nuevas funciones

El sistema sanitario afronta diversos desafíos desde hace años, agravados por los efectos de la pandemia ocasionada por el Covid-19 y la falta de mimo al sistema público, a los pacientes y a sus profesionales.

La dificultad estructural que tiene para poder atender la enorme demanda asistencial derivada de la policronicidad que caracteriza a nuestra sociedad envejecida, genera unas listas de espera que dificultan el acceso universal y equitativo que debería definir a nuestro sistema sanitario público. La búsqueda de soluciones a estos problemas de acceso en la sanidad privada por parte de un importante sector de la sociedad, está conllevando el deslizamiento hacia un sistema con un modelo dual. Es decir, la capacidad de pago o la disponibilidad a pagar favorece el acceso a los servicios sanitarios rompiendo así en la práctica el acceso universal y equitativo que ansia y apoya la inmensa mayoría de la sociedad para nuestra sanidad.

El asunto de las listas de espera y las demoras en el acceso a consultas de Atención Primaria se ha convertido en un problema de enorme relevancia, que merece toda la atención por parte de los responsables del sistema sanitario porque, además de ser un asunto que afecta a la calidad asistencial y puede empeorar la salud de las personas, es un asunto que afecta a la esencia del sistema sanitario. El deterioro que ello supone debiera hacer reaccionar con contundencia y desarrollar una estrategia de reformas que resultaría insuficiente con un plan de choque y, menos aún, con incrementar los recursos destinados a conciertos con el sector privado, más allá de que en determinados momentos puntuales pueda ser una opción a considerar.

La problemática del sistema sanitario requiere una acción decidida por el fortalecimiento de la sanidad pública con más recursos y con cambios en el modo de funcionamiento para hacer posible un acceso fácil y priorizado de la población que tenga necesidades y demandas de salud que deban ser atendidas.

La Atención Primaria debe ser reforzada con medios y nuevas funciones para ser resolutiva y no me cansaré de señalar la necesidad de incorporar a enfermería y farmacéuticos comunitarios con nuevas competencias y funciones para atender con eficacia las demandas de una creciente población envejecida con problemas de cronicidad. Si no se hace funcionar a la Atención Primaria con una nueva orientación y más recursos, el sistema de salud tal como lo hemos conocido en los años 90 y primera década de los 2000 habrá muerto para siempre. Y las consecuencias serán más desigualdad y más morbilidad en un sistema dual, que probablemente se torne irreversible.

Por otra parte, el cuidado a los profesionales con mejores salarios y condiciones de trabajo, y un nuevo sistema de retribución que reconozca el trabajo bien hecho, acabando con el “café para todos” es otra asignatura pendiente. La nueva política de personal es tan necesaria como difícil de ejecutar y, entre otras cuestiones como las señaladas, si no se revierte la deriva hacia la compatibilidad total de los profesionales para trabajar en el sistema público y en el privado a la vez, entonces se puede asegurar que la sanidad pública difícilmente volverá a ser lo que fue.

Junto a lo anterior, la hoja de ruta señalada en la Comisión de reconstrucción del Congreso de los Diputados contiene los pasos a dar para fortalecer la sanidad pública. Manos a la obra que vamos tarde.

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