Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Maravillosa la idea de amenizar el pleno municipal con una actuación de música y baile en directo, bajo la mirada átona de los concejales. Cómo no lo habían pensado antes. Me he tragado unos cuantos plenos y son, junto a los boletines oficiales, uno de los tostones democráticos más graves de la historia. Con música es otra cosa. La gente alegra sus corazones. Las ideologías se funden en la armonía, y pierden su olor. Así da gusto la política.

¿Te das cuenta? Una mente avispada y poderosa programaría actuaciones de artistas locales en cada sesión plenaria, para los antes, los después y los recesos. Se cobraría la entrada a quien no consiga invitación por enchufe, como siempre. El evento se anunciaría solo, de forma viral, sin costes. Se abriría un ambigú y tienda con chapas, camisetas, gorras... Se movería el dinero fresco. La evolución natural, conmovedora, sería que los concejales se animaran en futuros plenos a rimar y poetizar sus propuestas y disparates, mientras compañeros de bancada marcan el compás con palmas sordas. Con el paso del tiempo, cada intervención habría de ser musicada, a pelo o con acompañamiento solidario. Sueño con una especie de videoclip grabado en ese salón de triste color: El alcalde, que se pone en pie, estira el cable del micrófono y canta su parrafada a ritmo de bolero, mientras los funcionarios le hacen los coros. Con un poco de vista empresarial, las actas plenarias podrían grabarse en disco y luego venderse en la puerta del Ayuntamiento. O con descarga digital legal municipal. Quién querría piratearlas.

Mi temor es que el pueblo ofendido por la música reúna firmas para reclamar respeto por sus gustos ofendidos. Correríamos el riesgo de que sus señorías amenizaran los plenos con corridas de toros, llenándose todo de albero, puros y sangre, con lo limpio que está todo. La política espectáculo en su apoteosis. Y todo el mundo se olvidaría de que músicos y actrices siguen teniendo difícil trabajar en la calle o en los bares. Sería un disgusto.

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