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8 de marzo

Cristina Guirao: "Una habitación propia no es suficiente, de verdad que no"

La profesora de Sociología del arte y la cultura de la Universidad de Murcia, Cristina Guirao.

La profesora de Sociología del arte y la cultura de la Universidad de Murcia, Cristina Guirao. / Julio González

Con todo el respeto a Virginia Woolf, la profesora de Sociología del arte y la cultura de la Universidad de Murcia, investigadora en temas de género y secretaria general de la asociación Clásicas y Modernas para la Igualdad de Mujeres y Hombres en la Cultura, Cristina Guirao, considera que para la mujer creadora “una habitación propia no es suficiente, de verdad que no”, toma la referencia literaria, de forma anecdótica, para explicar la importancia de que la mujer artista esté presente en el campo de juego donde se desarrollan las industrias culturales. El campo artístico cuya lógica se erige como “uno de los grandes bloqueadores” de la carrera profesional de las mujeres.

De este y de otros mecanismos que expulsan a la mujer de la profesionalización habló la autora de la obra El problema de la conciliación vida familiar y laboral en su conferencia Cultura con perspectiva de género, que ofreció en el simposio que celebraba los 25 años de la revista Periférica en la Universidad de Cádiz esta semana.

“Para moverse en la lógica del campo artístico tienes que salir del espacio privado, que es el de las tareas de la casa, el de los cuidados, y eso para la mujer es, y ha sido históricamente, un hándicap. El tiempo que le dedicas a los hijos, a la casa, en vez de estar visitando museos, moviéndote con agentes, enseñando tu obra es, dentro de la lógica actual del campo artístico y cultural, tiempo que en tu carrera lo has perdido completamente. Te vas quedando muy atrás. Desde que aparecieron las industrias culturales es así”, analiza Guirao en conversación con Diario de Cádiz tras su ponencia. Así, aunque se revuelva contra estos modos, los constata. “Hicimos un estudio en la facultad de Bellas Artes de Murcia en el que se mostraba que el 70% del alumnado son mujeres, y además ha crecido del 60 al 70 de 2019 a 2022, el 60% de los contratos profesionales son a los alumnos hombres”, apostilla.

Pero no sólo hablamos de alcanzar el status de profesional, también de la percepción de “los grupos legitimadores” (jurados de premios, miembros de patronatos, programadores de instituciones...) sobre los bienes culturales producidos por mujeres. “En el arte, como en la cultura en general, todavía sigue el sesgo androcéntrico de que la experiencia masculina vale más. Un cuadro de un hombre vale mucho más que el de una mujer. Fíjate que el pasado año el Reina Sofía compró más obra de mujeres que de hombres y, sin embargo, gastó muchísimo más en los segundos”, ejemplifica.

Con todo, Guirao celebra que tanto la progresiva introducción de la mujer en esos grupos legitimadores –“tres o cuatro mujeres en algún patronato, vamos, tampoco hemos ganado ninguna guerra”–, como la apuesta de algunas instituciones por poner en valor las obras de las mujeres –“la primera muestra del Museo del Prado dedicada a una mujer en sus cien años de historia fue hace cuatro años, la dedicada a Clara Peeters”– contribuye “muchísimo” a acabar con esta supremacía “del artista hombre, blanco y europeo, que es la que ha primado hasta ahora en la historia del arte”, además de ser un instrumento “referencial” para las jóvenes artistas y estudiantes.

Y es que en la historia de la cultura y las artes, ahí otro de los “grandes bloqueadores”, ha pervivido “el mito romántico del genio artista hombre que vive en una buhardilla inspirado por una musa mujer”. “Ese mito ha expulsado completamente a la mujer de la historia del arte pues ha tenido muy difícil representar ese rol de la masculinidad de bohemio, mujeriego y sin cargas familiares, como dirían las encuestas, además de, por supuesto, ser un mito que perpetúa, legitima y reproduce el modelo de desigualdad entre hombres y mujeres de una época a otra”.

De la que nos ha tocado vivir, con un movimiento feminista atravesado por no pocas fracturas, también opina Guirao. “Sin duda no es muy buena noticia que el movimiento feminista, que ha conquistado tantas cosas y que creo que es el movimiento más importante de los siglos XX y XXI, pues se esté dividiendo por guerras culturales”, lamenta la profesora que piensa que “la grandeza del feminismo es que sea un movimiento interseccional, transversal, que aglutine distintos puntos de vista, que sea capaz de entender que el sujeto mujer puede ser diverso y que construya un sujeto político que nos represente a todos. Eso sería lo ideal, pero eso no es lo que está pasando”.

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