LA jubilación política de Manuel Chaves va a ser accidentada, y probablemente no se lo merece. No es sólo que le persiga el caso Matsa, cuya dimensión judicial aún tendrá que esperar (una vez se decida el PP a presentar la querella anunciada, retirada y vuelta a anunciar), pero cuya vertiente política le va a seguir causando amargura.

Es que también el intrincado laberinto de la financiación autonómica amenaza con evidenciar las contradicciones de su posición esquizofrénica. Tranquilos, que Chaves no presenta síntomas de demencia ni mucho menos. Hablamos de una esquizofrenia puramente política, derivada del papel que desempeña en la vida pública. O, mejor dicho, de los papeles.

Vamos a suponer que la vicepresidenta Salgado, siguiendo las instrucciones del presidente Zapatero, se sale con la suya y saca adelante un modelo de financiación de las autonomías muy favorable a Cataluña. No es mucho suponer: el malestar creciente de la Junta de Andalucía ante las noticias que le llegan así lo sugiere. Si se confirma el augurio pesimista, Griñán ya ha advertido que la Junta puede rechazar el nuevo sistema y descolgar del mismo a la comunidad autónoma que preside, y detrás de Griñán, lógicamente, estará el PSOE andaluz en bloque.

¿Qué hará Chaves en esta circunstancia? Como vicepresidente territorial del Gobierno, aunque ni pinche ni corte en el asunto de la financiación, no puede hacer otra cosa que respaldar el sistema que apruebe el Consejo de Ministros del que forma parte. Vale. Pero como secretario general del PSOE de Andalucía no puede hacer otra cosa que respaldar a Griñán y encabezar la protesta de los socialistas de su tierra.

Hay más. Ocurre que también continúa siendo presidente federal del PSOE en un ejercicio de sinécdoque política realmente surrealista (líder del todo y líder también de la parte, jefe de la organización global del socialismo español y jefe de una de las organizaciones territoriales que la integran). Como presidente del PSOE debe compartir y secundar la decisión de Zapatero sobre la financiación, pero como secretario general del PSOE-A no tiene más remedio que expresar la posición de los socialistas andaluces que reniegan de las concesiones a la Generalitat, perjudiciales para la tierra en la que gobiernan desde hace treinta años, la mayoría de ellos con el propio Chaves como mascarón de proa.

Manolo, Manolo Chaves, cada vez tiene más una vida de bolero, concretamente del Corazón loco de Antonio, Antonio Machín. "Yo no puedo comprender cómo se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco". Nosotros tampoco podemos entender cómo se pueden defender a la vez los intereses de Andalucía y los de España, cuando ambos chocan. Y sin querer desairar ni a una ni a otra. ¡Qué lío!

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