Su propio afán

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No en mi nombre

NO sorprende ver a Kichi entre los firmantes del manifiesto de "No a la guerra". ¡Qué va a sorprendernos si no falta ni uno: Ada Colau, el gran Wyoming y Pilar Bardem! Reclaman la herencia del "No a la guerra" de antaño, porque los progres se han convertido en los grandes nostálgicos de nuestra sociedad. Pero el "No a la guerra" de esta vez no es el de entonces. No sólo porque los atentados han caído más cerca, que es lo de menos, pues las campanas de las víctimas del terrorismo siempre doblan por uno, sino porque Sadam Husein era un dictador y jugó de farol, pero daba estabilidad, y ahora lo que hay enfrente son unos asesinos descontrolados y expansivos.

Yo creo que José María González, Kichi, es buena persona y no aceptará de buen grado que en Siria y en Irak corten las cabezas de los nazarenos, con la devoción que él tiene al Nazareno. "Nazarenos" llaman los islamistas a los cristianos y marcan sus puertas con una n en árabe que, a efectos prácticos, funciona como la estrella amarilla con que señalaban los judíos a los nazis. Ni tampoco aprobará la esclavitud sexual a la que someten a las mujeres y a las niñas cristianas o yazidíes. Ni los atentados contra los musulmanes que se resisten al delirio del Daesh. Si estuviese en su mano, haría lo posible por parar ese horror.

Ante esos crímenes, ¿no está más que justificada la intervención armada, por legítima defensa y por injerencia humanitaria? Si podemos pararlos, hay que hacerlo. No intervenir es dejar a millones de seres humanos a merced de los fanáticos y exponernos nosotros sin solución de continuidad.

Entonces, ¿por qué firma Kichi? Porque el "no a la guerra" es la continuación de la política por otros medios, que diría Clausewitz. Los abajo firmantes no se plantean de verdad el asunto, sabiendo que siempre habrá otro que tome las decisiones serias. Ellos están en un tacticismo político interno. Que es lo mismo, por otra parte, que hace su odiado Rajoy al no apoyar militarmente a Francia hasta después de las elecciones.

Por eso me parece tan bien puesto el título del manifiesto: "No en mi nombre". Se trata del nombre de los abajofirmantes y de poco más. Pablo Iglesias también ha estado subconscientemente exacto al reconocer que el manifiesto "pinta muy bien", aunque no lo ha leído aún. Son análisis de brocha gorda y posturas muy de fachada, totalmente irresponsables ante lo que ocurre en Siria y en Irak.

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