Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Reforzamiento positivo

RAJOY se resiste a dar el paso militar al frente que Hollande pide a los socios europeos. Remolonea. Observan los analistas que, con las elecciones a la vuelta de la esquina, no quiere correr riesgos de un atentado en plena campaña: tiene muy fresco el recuerdo del 11-M. Eso es verdad, aunque no toda la verdad. Hay que contar con su constitutivo dontancredismo. Prefiere verlas venir o ni verlas pero sin moverse.

Se podría hacer un libro con la de artículos que he escrito exasperado por la inmovilidad de Rajoy, pero he de reconocer que esa fijación suya por el no movimiento le ha llevado adonde él quería. Le está saliendo bien. Su renuencia tiene, por tanto, un reforzamiento positivo, como dicen psicólogos y pedagogos.

Empecemos por lo que le gusta: la economía. Vamos mejor, sí, pero a base de no haber hecho demasiado. Las reformas estructurales que necesita la administración pública quedan intonsas. Se ha limitado a quitar algunas barreras legales para que los demás (empresarios y trabajadores) hagan todo el trabajo y aumenten solos la competitividad. El liberalismo tiene un lema que ha de entusiasmar a Rajoy: "Laissez faire, laissez passer". Aunque para no ser tampoco demasiado liberal ha subido los impuestos, que es lo suyo: que paguen otros.

También le está saliendo bien su inactividad ante el desafío catalán. Su táctica es, de nuevo, que curren otros: el Tribunal Constitucional y los líderes extranjeros. Y así, entre tanto, se va pudriendo el proceso, con Artur Mas ya fuera de sus casillas.

Por último, el aborto y la revisión de la agenda social de Zapatero. Su única acción ha sido expulsar de las listas a los diputados y senadores que se atrevieron (muy tímidamente) a recordar el compromiso del anterior programa electoral y a sacar todo compromiso del nuevo programa.

Y con esta hoja (inmaculada) de servicios, con este historial de actuaciones (no actuaciones) sigue el primero en las encuestas y subiendo. En el país de los vagos, Rajoy es el rey. O la prudencia extrema es la virtud política por antonomasia. O está teniendo mucha chamba. O es, como creo, una mezcla agitada y revuelta de las tres cosas. Pero, en cualquier caso, ¿se extrañará Holland de que no se apresure a ninguna acción militar (ni de ningún otro tipo)? La única duda es si, tras cortar dos orejas en las elecciones generales, dará don Tancredo una vuelta al ruedo. (Aunque eso creo que lo hará.)

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