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Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Palo cortado

ALGUNOS ponen los ojos en blanco con la descripción que hace Josep María Sagarra en Vida privada del personaje Frederic de Lloberola, un hombre "de edad indefinida, con el estómago lleno de whisky y el corazón lleno de rosas rojas". Lo del corazón, vale, pues tiene el mérito literario de las espinas de las rosas rojas, que no hace falta nombrar, pero que punzan. Bien. Lo que no vale es el whisky en el estómago, que da un pelín de asco y que uno perdona, si acaso, por ser whisky. El vino jamás irá al estómago, sino al corazón, con las rosas rojas, rosa él mismo, o roja o amarilla o blanca o caoba; sin espinas.

El Talmud lo dice: "El vino nutre, refresca el alma", ni siquiera el corazón, ni hablar del aparato digestivo. Esto lo sabe José Luis López-Linares, el cineasta que va a estrenar ya mismo el documental Jerez y el misterio del palo cortado. A su consejo debo la lectura de un libro extraordinario de Roger Scruton con un título todavía mejor: Bebo, luego existo. El filósofo inglés sostiene, justamente, que el vino "irradia el sentido del ser: está dirigido al alma, no al cuerpo".

El documental se estrenará en la Berlinale, nada menos, en su 65º edición, que empieza hoy y durará hasta el 13. Como primicia, podemos disfrutar del muy hermoso tráiler en YouTube. No diré que tiene spoilers, porque, en realidad, una copa de palo cortado ya es el perfecto spoiler, todo su misterio en la boca, en el corazón, en el alma.

No importa, porque hay misterios que crecen -se ahondan y se elevan- al compartirse y explicarse. En el cine de López-Linares las imágenes vuelan más con mil palabras y sus guiones son un prodigio de narración e intriga. En el premiado documental El pollo, el pez y el cangrejo real (2008) nos mostró cuánta tensión sabe dar a una historia y qué profundidad humana. Su mirada sobre quienes entrevista en sus películas escancia a partes iguales interés y ternura. En el Jerez y el misterio del palo cortado intervienen grandes chefs y gentes conocidas y anónimas del vino y de la tierra. Va a ser una fiesta.

Jerez y la provincia entera están de enhorabuena. Es un regalo que un cineasta de su talento se haya fijado en nuestro palo cortado, este luminoso misterio. Brindemos por él (por López-Linares y, luego, por el palo cortado, y así sucesivamente). Y, hasta ver la película completa, entretengamos la espera con otra copa de vino. No hay prisa ninguna.

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