perversiones gastronómicas

josé Berasaluce Linares

La verdadera mentira de El Bulli

Ferrán Adriá expone en Madrid su proceso creativo

Algunos paleontólogos creen que el hombre tuvo su primera idea abstracta hace unos setecientos mil años cuando crearon hachas de manos de piedras estandarizadas. Peter Watson en su Historia Intelectual de la Humanidad sostiene que las invenciones son la prueba de la existencia de las ideas y éstas se transmiten a través del lenguaje.

La crisis que vivimos ha demostrado que, frente a los ejecutivos, los ideólogos sobreviven en el mercado laboral. Las ideas sostienen y pueden cambiar el mundo en el que vivimos. La sociedad confiere el liderazgo a los poseedores de las buenas ideas porque la imaginación, la capacidad creadora es un factor de cambio, de progreso.

¿Qué es la creatividad? ¿Qué se necesita para crear? ¿Se puede auditar el proceso creativo? A estas preguntas pretende responder la exposición que Ferrán Adriá tiene abierta en Madrid hasta el 1 de marzo de 2015 en colaboración con la Fundación Telefónica.

Aquí no huele a puchero. No hay showcooking ni camareros. Mil metros cuadrados en la Gran Vía están destinados a hacernos pensar y a mostrar como el El Bulli ha conseguido ser el mejor restaurante del mundo y ha elevado a los altares a la gastronomía española. No es una exposición gastronómica sino un recorrido por el universo creativo del chef. El proyecto expositivo es completamente interactivo y se ha programado un importante número de talleres y actividades educativas totalmente gratuitas para facilitar la participación de todos.

A partir de la definición de creatividad que le diera en 1987 Jacques Maximine: "Creatividad es no copiar" Adriá crea su propio idioma y comienza una trayectoria de innovación gastronómica basada en cuestionarlo todo.

La gran contribución del chef catalán a la gastronomía internacional no son sus obras culinarias sino el lenguaje. Ha sido capaz de crear una expresión basada en lo imposible, con un método preciso y con el registro minucioso de todo su trabajo. Su proyecto vital no es cocinar, ni dar de comer. Adriá es un creador y la aportación de Richard Hamilton a su recorrido es absolutamente fundamental como filósofo y hombre del conocimiento.

El mensaje expositivo quiere demostrar que un caso de éxito mundial no procede del gran capital, sino de la imaginación de una persona curiosa, inconformista y auténtica. Es claramente un ejemplo de disciplina, de trabajo, de esfuerzo basado en el talento. El Bulli no nació en Madrid, ni siquiera en Nueva York. Vino al mundo en una cala perdida en la costa catalana y sólo la tenacidad y la creatividad lo convirtió en la meca internacional de la cocina. Es una auténtica lección de humildad al capitalismo codicioso y salvaje y ha demostrado que la igualdad de oportunidades se cumple si existe inteligencia.

El caso del chef catalán nos tiene que hacer reflexionar en Andalucía. Un territorio al sur del sur, periférico pero lleno de talento frente al boom de la industria gastronómica internacional. Sólo hace falta aplicar método, conocimiento, poesía y rock and roll.

Uno entra en la Exposición lleno de prejuicios y tiene la sensación de que El Bulli era de otro planeta. Incluso se tiende a pensar que la cocina sofisticada es mentira pero aquí conviene recordar a Picasso "El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad".

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