De todo un poco

enrique / garcía-máiquez

Je, je

LA reacción del nacionalismo catalán a las declaraciones de las autoridades de la Unión Europea ha sido cómica. Ha advertido Almunia que una región que se segrega de un Estado miembro queda automáticamente fuera de la Unión, expulsada del euro, por detrás de las fronteras y a la cola para reingresar, si lo hace, por riguroso turno y sólo cuando sea aceptada por unanimidad.

Los nacionalistas, inaccesibles al desaliento, no se arredran. Lógico, no les inmuta la historia, la Constitución, su propia realidad sociológica ni nada de nada. Han declarado: "Si hay voluntad política, ya nos darán cobertura legal". Se retratan y retratan también a nuestros políticos de ámbito nacional, tan arregladores. Estamos, por tanto, ante una burda confesión de parte: el Estado de Derecho se tuerce cada vez que les da la gana a los políticos (eso es la famosa "voluntad política").

Como ignoran lo que es el respeto a la ley, piensan que todos son de su condición. Es mucho suponer. Primero, por pura higiene jurídica comunitaria; pero luego por dos razones de peso que quizá los separatistas, si se pararan a pensarlas, podrían entender.

La pulsión nacionalista es un automatismo que prende fácilmente en los pueblos y las aldeas; y las viejas naciones de Europa lo saben en sus carnes. Para ellos será siempre menos doloroso dar un escarmiento en el hecho diferencial catalán que en el suyo de casa. A fin de cuentas, los hechos diferenciales se parecen como dos gotas de agua, y mejor escurrirlos lejos, donde no salpiquen.

Después, hay un factor económico y solidario. Más allá de los Pirineos, los sentimientos catalanistas se entienden muy malamente. La idea es que una región rica de España está cansada de sostener a los más pobres. Como idea, es bastante simplista, por supuesto, pero es la que tienen y sucede que ellos también están cansados de sostener a los socios del sur, aunque no han quitado el hombro a pesar de no ser compatriotas nuestros. Que los primeros que escurran el bulto sean los menos pobres de los pobres -a los que también han ayudado mucho- es algo tan innoble que no van a permitirlo así como así, entre otras cosas porque les dejaría con cara de tontos, que es algo inadmisible cuando hay electores de por medio.

Este es el panorama europeo que les pinta a los nacionalistas. Y ellos hablando de voluntad política y coberturas jurídicas, sin enterarse. ¿Tiene gracia o no?

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