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Chiclana reciente

Joaquín / Muriano

Un alcalde con carácter

El domingo pasado, recordando antiguas corporaciones municipales, irrumpió en nuestra memoria Agustín Herrero Muñoz, Alcalde de Chiclana. Aunque intentaré que la política no nos ocupe demasiados domingos (bastante política tenemos los días entre semana), creo que merece la pena dedicar unas líneas a este importante personaje de nuestra historia reciente.

Para dibujar una semblanza de Agustín Herrero tengo que recurrir a la memoria de quienes le conocieron y trabajaron junto a él. Cuando te sientas a ver una película que va por la mitad, y preguntas a quien la lleva viendo desde el principio; te resumirá el argumento en dos o tres frases. Lo más importante, lo más divertido… pero a los ojos del que te lo cuenta, claro. Hablando con unos y con otros, he reconstruido un par de anécdotas, que pueden definir al personaje, al menos dar una versión del mismo. No obstante, alguien con oficio, algún amante de la historia, debería investigar sus orígenes, cómo su familia fue represaliada por ser de izquierdas, cómo se escapó de España cuando estudiaba en Madrid, cómo volvió para intentar sacar a sus familiares de la cárcel, cómo se refugió en el ejército y llegó a capitán de la legión… no fue una vida aburrida la de Don Agustín.

La primera imagen que se cuenta de Agustín Herrero es significativa de su personalidad. Fue un hombre valiente , capitán de la legión vamos. Por eso, imaginemos a Don Agustín un tipo grande y fuerte, de pié y erguido, dando órdenes desde la proa de su barca, sin ser alcalde todavía, durante la riada de 1965… Sacó a mucha gente… he escuchado en algunas ocasiones. Aquello se ha recordado hasta hace poco.

El humor suele estar también presente cuando se recuerda a Don Agustín. Era un tipo peculiar: Un día, estando Don Agustín en su despacho de Alcalde, recibió a un vecino, quizás un contratista, que no paraba de quejarse: porque el Ayuntamiento no cumple su obligación… porque a él debió el Ayuntamiento de avisarlo… porque el Ayuntamiento no me ha pagado…

Don Agustín miraba al paisano detrás de su bigote, sin cambiar el gesto. Y el tío erre que erre… que el Ayuntamiento no me recibe… que el Ayuntamiento no me paga… porque el Ayuntamiento no está cumpliendo conmigo… porque el Ayuntamiento…

De repente, serio, se levanta Don Agustín sin decir nada. Mientras, la visita se queda muda, esperando respuesta. Don Agustín comienza a golpear la pared con los nudillos, y con fuerza. Como el que llama a una puerta… ¿Ayuntamiento?... Toc!, Toc!, Toc!... ¿Ayuntamiento?... le dice el Alcalde a la pared, y calla como esperando respuesta… ¡Ayuntamiento!, ¿Qué pasa con este hombre?, ¿Ayuntamiento?... … No responde, no hace caso. Le dice el Alcalde al vecino protestón… Nada, a ver si otro día nos dice algo el Ayuntamiento…

A Don Agustín le tocó ser Alcalde durante el procedimiento de expropiación militar de la península de Sancti-Petri. Aquello no le gustó nada. Estaba cabreado y se oponía a todo, poniendo todas las trabas del mundo. La verdad es que tenía razón, Sancti-Petri era un barrio más de Chiclana, en el que las calles, por ejemplo, eran ya dominio público, propiedad del Ayuntamiento, y por lo tanto no cabía una expropiación. El ejército mandaba entonces más que las leyes. Y para cerrar el episodio, enviaron a un importante general a una reunión que se mantuvo en la oficina municipal que había en Sancti-Petri. Allí acudió Don Agustín, cabreado, porque se oponía a la expropiación. Uno de los militares tomaba notas de todo, levantando acta, y el Alcalde no paraba de interrumpir… Ponga usted ahí que la carretera la ha hecho el Ayuntamiento... Y los militares ni caso… Ponga usted ahí que las calles son dominio público propiedad del Ayuntamiento… Y los militares ni caso… Ponga usted ahí que Sancti-Petri es parte de Chiclana y no los terrenos de una empresa… Y los militares como si tal cosa… De repente, el Alcalde interrumpe de nuevo y dice: … Ponga usted ahí que esta es la playa de lava-culos, o ¡lava-cojones!, que es lo mismo, porque el que se lava el culo se lava los cojones…

Afortunadamente para Don Agustín, a los militares presentes, les dio por reírse a carcajadas. Estaba cabreado el Alcalde… Y ya en el coche de vuelta, pensativo, le dijo al secretario: Bueno, yo sabía que no íbamos a conseguir nada, pero por lo menos hemos puesto el mingo…

¡Genial don Agustín! Cuya forma de ser puede explicar, porqué en Chiclana, a pesar de constituciones y democracias, una gran parte de los chiclaneros volvieron a votarle para que fuese además del último Alcalde franquista, el primer Alcalde elegido democráticamente. Las personas, en política municipal, son a veces más importantes que los partidos. Y es que la personalidad, la fuerza y la capacidad de riesgo son imprescindibles para un líder…

Chiclanareciente.blogspot.com

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