de todo un poco

enrique / garcía-máiquez

Aquí las quejas

AYER, hoy y mañana se celebra en Sevilla un homenaje a Aquilino Duque. Entre otros actos, tres mesas redondas sobre su narrativa, su ensayística y su poesía. En la de esta noche, sobre el ensayo, tendré la satisfacción de intervenir. La trayectoria de Aquilino hace muy naturales estos reconocimientos y estudios.

Y hace irremediable que nos preguntemos por qué se ha esperado tanto a homenajearlo y cómo es posible que un escritor de tan sobradas y evidentes excelencias literarias en todos los géneros no goce de más honores y premios de postín. La situación clama al cielo de tal forma que corremos el peligro de poner las tres mesas redondas a dar vueltas a esa cuestión, que, por muy sangrante que resulte, es menor. Quizá lo que haga más daño a un escritor valioso de la falta de reconocimiento es que sus lectores nos pasamos la vida dándole al comodín de la injusticia, en vez de hablar de su obra a fondo.

Encima, uno teme que el nombre de "mesas redondas" responda, en vez de a que quede tiempo para que el debate englobe también al público, cerrando el círculo, como debe ser, a que una vez que echan a rodar, con el uso de la palabra correlativa, no tengan fin. Por otro lado, si ante los que han acudido a escuchar hablar de Duque, nos quejamos del vacío a su alrededor estaríamos como ese buen párroco que aprovechaba las homilías del domingo para reñir a los que estaban allí porque no se iba a misa los domingos. Yo me propongo, pues, ser breve, entrar a fondo y llegar llorado de casa.

Llorando en esta columna de opinión, que es su sitio, porque las razones del arrinconamiento de Aquilino Duque no son literarias, como está claro, sino políticas, por sus francas opiniones. No ha escondido su crítica acerba y -lo que es peor- fundada a la modernidad. Ha sido inconformista e independiente, y eso se paga; porque, si eso te lo pagan, es que no has sido inconformista. Con todo, teniendo en cuenta lo que estaba en juego, no ha sido tan caro el precio, en absoluto. La libertad personal y el respeto a uno mismo son impagables.

Y ya está. La falta de premios y de agasajos, aunque bastante fastidiosa en lo personal, es cosa de poca monta. Aquilino Duque, con alguna contrariedad de más, ha podido ir publicando su extensa obra. De modo que el que lo quiera leer puede hacerlo felizmente, con el encanto añadido y un tanto atrevido, además, de vérselas con un heterodoxo auténtico.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios