encuentros en la academia

Ignacio Pérez Blanquer

Aún iba José Luis

CORRÍAN los últimos años de la década de los 80 cuando comencé a impartir clases en la UCA, el primer mes hube de probar todos los medios de transporte a Cádiz para ver cuál se ajustaba mejor a mi horario docente, ganó 'El Vapor' por muchos puntos: cercanía a casa, lugar de atraque en destino, rapidez -sí, rapidez- y encanto. El encanto, entrelazado con mis recuerdos infantiles y con mi, heredada, pasión por el mar amalgamaron mi decisión de viajar a diario en el barquito. Después de la pitada matinal de la sirena del barco, solía encontrarme allí con José Luis Tejada que hacía idéntico periplo. Cuando no teníamos alguna lectura docente perentoria, solíamos conversar bastante, hablábamos de la educación de los hijos que era un tema que siempre tocaba conmigo, pues yo había sido profesor de su hijo Jesús en el bachillerato y decía siempre que había sido muy determinante en la elección de su carrera, también nuestra charla se centraba mucho en nuestra afición común: el ajedrez. Él me enseñó a mover las piezas cuando yo era un niño que correteaba por la Plaza del Castillo, pero eso es otra historia. Entre ola y palabra, palabra y ola 'El Vapor' atracaba en Cádiz.

También era frecuente viajero el doctor José López Ruiz, químico y catedrático de Matemáticas en la antigua Escuela de Peritos Navales, que había sido profesor mío en el Instituto Técnico y después, compañero de tareas docentes en el mismo centro. Él, casi siempre, aprovechaba la travesía, para leer y trabajar en los papeles de su inseparable portafolios, a veces comentábamos cosas de actualidad y otras me dio valiosos consejos.

El regreso, a alguna hora de la tarde, era un paseo arrobado, mirada perdida desde popa hacia el colorido intenso del oeste con la línea de Rota al fondo.

El inolvidable Pepe, llevaba esa rienda peculiar llamada timón con la firmeza tierna que le caracterizaba, su hermano Juan pasaba, con respetuoso ceremonial, a cobrar el billete en mitad del viaje.

No puedo dejar de citar a otro viajero habitual de hace años, el profesor Sánchez Aguilar de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, que con su inefable humor hacía que cruzar la bahía fuese un muy divertido paseo; inolvidables las risas que compartíamos con el médico argentino Guillermo Eisele.

Van pasando los años, 'El Vapor' incólume, perseverante. Juan Antonio a la rueda, Miguel Ferrer al motor, Juanito en todas partes. Del Puerto a Cádiz y de Cádiz al Puerto.

Recuerdo las interesantes charlas con el historiador profesor Diego Caro Cancela, otras con José Manuel Vela y las muchas travesías con el ahora catedrático Pedro L. Galindo intentando, con aquellas ideas que nacían en la camareta de popa, "arreglar" la Universidad.

Tempus edax rerun, que decía Ovidio, el tiempo devora todas las cosas. El mar, también devorador implacable, se ha tragado nuestro barco... y mucho, de nosotros mismos.

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