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El Puerto

Emotiva despedida a "el último humanista"

  • Familiares y amigos dan su adiós a Rafael Esteban Poullet, 'Faelo', con un responso y una lectura de sus poemas

 Representantes del mundo de la cultura, familiares y amigos,  dieron ayer su último adiós a Rafael Esteban Poullet, 'Faelo', con un sencillo y emotivo responso en la iglesia del tanatorio del Polígono de Las Salinas.  La capilla se quedó pequeña para acoger a las numerosas  personas que quisieron estar presentes en la despedida de un artista que ha destacado en el cultivo de la cultura y las artes y también de la amistad.  Entre los cargos políticos asistentes se encontraban el alcalde Enrique Moresco y el concejal de Urbanismo, Diego Muñoz, además del exconcejal de Cultura  Juan Gómez, y el jefe de servicios de dicha área,  Antonio Ahúcha. 

    Rafael Esteban Poullet falleció el pasado viernes a las  2:30  horas de la madrugada,  a la edad de 77 años, y  sus cenizas serán depositadas en el panteón familiar, en el cementerio municipal de El Puerto.

      El acto celebrado ayer tuvo una parte religiosa y una parte literaria,  como corresponde a un artista de formación clásica y humanista, escritor, pintor y poeta, que ha destacado por sus cualidades personales, y  muy querido en la ciudad, donde nació en 1935.  El párroco de la Iglesia Mayor Prioral,  Diego Valle Serrano, abrió el funeral con la lectura  de las bienaventuranzas recogidas en el Evangelio según San Mateo y deseando a la familia, que se encontraba en las primeras filas de la iglesia del tanatorio,  "que el Señor les conceda el consuelo y la fortaleza". La ceremonia religiosa concluyó con el rezo de un Padrenuestro,  tras lo cual el párroco roció el féretro con agua bendita,  como símbolo del bautismo, pidiendo a los asistentes que permanecieran en sus asientos y no se marcharan todavía.

Tomó la palabra entonces el poeta Julio Rivera, amigo personal de Rafael  Esteban Poullet, con quien fundó  la tertulia literaria El Ermitaño.  Julio Rivera hizo una emotiva semblanza de su amigo y contertulio, de quien destacó que estuvo al frente del grupo literario  "en los momentos más difíciles". El poeta lo calificó como "el último humanista, un hombre del Renacimiento más que de este tiempo", aludiendo con ello a su carácter polifacético y a la influencia de la filosofía y la cultura clásica en su  obra.  Rivera leyó para concluir un poema del último libro publicado de Esteban Poullet, Papiros de Tebas, hermosos versos que dan muestra de su generosidad y su forma de ser.   También el escritor Jaime Valdivieso hizo la lectura de un epitafio publicado por  este  Diario, que lo destaca  como "el personaje más querido de El Puerto".  Al término del funeral, los asistentes recordaron con cariño algunos pasajes de la vida de Rafael Esteban Poullet, que han quedado marcados en la memoria de quienes le conocieron.

Anacreonte en el Elíseo

Querido arcángel Faelo: Se acabó por fin este injusto exilio, similar al de tu admirado poeta Anacreonte al que de forma tan ubérrima y apócrifa nos evocaste en uno de tus libros. Concluyó la espera. Te has marchado, solo en parte, para regresar al lugar que te pertenece en el Elíseo, a ese paraíso de otros tiempos más nobles y elevados, donde la belleza de las almas y los cuerpos aún podían conciliar a los hombres con sus luces y sus sombras. Has decidido abandonar la melancolía constante, el sempiterno anhelo de la que en verdad fue siempre tu tierra amada y a la que solo se regresa atravesando estigias aguas. Te imagino lúcido, pícaramente displicente, luminoso silvano atravesando atrios y salas decoradas con mosaicos y frescos mitológicos. Te vislumbro aposentándote entre tus semejantes, en plácido simposio donde no habrá de faltarte ya más nunca ni el placer de un buen vino ni el calor de un joven afecto, a la lumbre de iniciáticos ritos, platicando sofismas o recordando aventuras de algún héroe mítico cuyos amores le abocaron a entregar la vida en la batalla o en algún túmulo próximo al Gólgota. Has regresado a casa, al andreion donde sueños, tiempos y quimeras cobran finalmente el sentido y el lugar en el que todo encaja y corresponde. Eras Anacreonte en el exilio, y ahora yaces en el Elíseo, levantando arquitecturas que en tu cuerpo de mortal eran imposibles, elevando discursos que en nuestras mentes de esta caduca Europa, en vez de líricas, sonaban a incorrectas, a fantasiosas, a obsoletas… ¡En qué pobreza nos dejas y en qué momento donde tanta falta nos hacen mentes preclaras como la tuya!

Mi querido arcángel Faelo. Al igual que para el amor, nunca hay palabras suficientes para definir la muerte: ese tránsito que a todos nos aguarda. Me dejas… Nos dejas a todos cuantos te quisimos y te querremos siempre con una sensación de vacío y de desamparo tremendamente dolorosa. Por eso me empeño en imaginarte en ese paraíso heleno que sé que apreciabas y añorabas tanto. Nos dejas huérfanos de tu versatilidad, de tu inteligencia, de tu inmenso talento como artista y como creador, de tus collages y de tu máquina de escribir versos maravillosos… pero sobre todo, nos dejas rotos por tu ausencia. Nos queda tu obra, sí, menos mal, pero inexplicablemente inédita en gran parte. Nos queda tu recuerdo, tu complicidad y el orgullo de haber compartido contigo una parte de tu fructífera existencia. Allá donde estés, resérvame un lugar junto a tu triclinio y ayúdame a encontrar tu luz cuando me llegue a mi también la hora de abandonar este exilio en el que me has dejado y en el que tanto me enseñaste. Te despido citando tus propias palabras: "Ahora que el dios está contigo, que la gracia te llena y magnifica, no te niegues al beso y a la caricia, y embriagado del néctar de Dioniso, entrégate en los brazos que te plazca".

Que la tierra te sea leve, amigo mío, y que volvamos a vernos donde los dioses se encaprichen en citarnos, aunque sea en otro exilio o más allá de las últimas estrellas.

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