Balcón de Sol

José García-Carranza

Torero de puerta grande

Daniel Luque con una de las orejas cortadas.

Daniel Luque con una de las orejas cortadas. / Juan Carlos Muñoz

Hacía tiempo que venía siguiendo la carrera de Daniel Luque. Ya el año pasado deslumbró a Sevilla con la faena al toro Príncipe. Este viernes rompió la Feria ante una corrida noble pero sin fondo de Núñez del Cuvillo. Muy centrado toda la tarde, en figura, recibió a su primero parándolo con unas verónicas muy templadas para, después, llevar al toro al caballo con unas chicuelinas ceñidas y, posteriormente, dar unas gaoneras ajustadas que remató con una templada larga. Es Luque de los toreros del escalafón que mejor y con más temple maneja el capote. Inició la faena de muleta por bajo para después continuar toreando en redondo. El toro era noble pero sin fondo. La faena no acababa de romper y Luque cogió la espada y, con seguridad, lo mató de una estocada en todo lo alto. Corta su primera oreja.

Lo mejor, no obstante, vino en su segundo, un toro jabonero mejor presentado que el anterior y con más transmisión , noble pero como sus hermanos justo de fuerza. Se empleó en el caballo acudiendo con fijeza de largo en el primer puyazo y más en corto en el segundo. Luque brinda al público y, sin solución de continuidad, inicia la faena con unos ayudados siempre rematados por alto para ayudar al toro en su embestida. Consciente de la debilidad del toro comienza a torear en redondo siempre a media altura, rematando por alto, sin atosigar al toro, para finalmente coger la izquierda y aquí si dar dos series profundas y muy templadas con el toro humillado hasta detrás de su cadera. El toro se rompió y ya solo quedaba el arrimón final, metido entre los pitones, para concluir la faena con un desplante de rodillas muy de Joselito el Gallo. Coge la espada de matar, le cuesta cuadrar al toro, le dan un aviso, se perfila en corto y entra con rectitud dejando una estocada en el hoyo de las agujas de la que el toro sale muerto. Se piden y se conceden las dos orejas que abren la Puerta del Príncipe. Tarde importante para Luque, posiblemente no la más artística, tampoco los toros lo permitieron, pero que ha servido para ver la capacidad de un torero largo, técnico y a la vez profundo y con clase que, sin lugar a dudas, está llamado a jugar un papel importante en la tauromaquia de los próximos años.

Urdiales, ante un lote noble y con calidad pero sin fondo alguno, deslumbró en su primero enseñando a la plaza la tauromaquia más clásica y sobria. No es torero de adornos y florituras sino de toreo fundamental y remate. Con elegancia y reposo, sin aspavientos, citaba al toro dándole el pecho, echaba la muleta adelante para rematar atrás. Los lentos y profundos pases de pecho, de pitón a rabo, eran un cartel de toros. Mató de una estocada de perfecta ejecución de la que salió el toro muerto y cortó una oreja. La faena fue de una gran belleza, perfecta en su ejecución. Sin embargo aquello no acababa de romper. Le faltó ligazón.

Talavante estuvo correcto en sus dos toros igualmente nobles y sin fondo. Toreó con temple y muy despacio a su primero, al que despachó de una estocada caída premiada con una oreja. Es torero de una tauromaquia y le cuesta cuando el toro no se presta a su idea.

Acabó la corrida con Daniel Luque saliendo por la Puerta del Príncipe. Junto a mí veían la corrida dos jóvenes y guapas aficionadas. Se fueron corriendo a verlo salir. Sus ojos hermosos brillaban. Sin saberlo, iban a ver salir en triunfo al torero que, junto a Roca Rey, marcará los próximos años de la fiesta.

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