Cuando el río Iro volvió a sentirse fenicio

60 años de la riada de Chiclana

Aquella aciaga jornada del 19 de octubre de 1965, el río tomó durante unas horas el espacio que ocupaba tres mil años atrás, cuando la línea de costa se situaba mucho más al interior

Simulación del espacio ocupado por las aguas en 1965 sobre un plano de ese mismo año.
Simulación del espacio ocupado por las aguas en 1965 sobre un plano de ese mismo año.
Manuel J. Izco Reina
- Doctor en Historia / Coordinador del Espacio Arqueológico ‘Nueva Gadeira’

19 de octubre 2025 - 07:15

Cuentan los más mayores de Chiclana, los que vivieron en toda su intensidad la riada de 1965, que el mes de octubre de aquel año fue muy lluvioso, cayendo en la vecina ciudad de Medina Sidonia en la jornada del 18 “lo más grande”. El 19 siguió la intensa lluvia, y el Iro venía muy crecido, con un violento caudal. La gente en Chiclana se asomaba al río con inquietud, conocedores ya, por la experiencia vivida en desbordamientos anteriores, como el ocurrido apenas tres años antes, en 1962, de lo que podía venirse, complicándose aún más la situación a partir de las primeras horas de la tarde, cuando la pleamar evitaba la desembocadura de sus aguas. Además, el único ojo del Puente Grande comenzó a taponarse con la gran cantidad de materiales de todo tipo que el río traía en su bajada desde las tierras de Medina.

De este modo el Iro se desbordó de manera violenta por sus dos orillas, anegando con sus aguas buena parte de su caserío, tanto en la parte del Lugar, como en la de la Banda, alcanzando huertas, calles y multitud de edificios, llevándose por delante elementos tan icónicos de aquella Chiclana de mediados del siglo XX como el Puente Chico, el teatro García Gutiérrez o el kiosco de la música. Afortunadamente no hubo víctimas, pero este hecho marcó por siempre la historia reciente de la ciudad, pudiéndose hablar de un antes y un después de esta riada.

El Iro se desbordó de manera violenta por sus dos orillas, anegando buena parte de su caserío

Desde una perspectiva histórica podríamos decir que en aquella aciaga jornada del 19 de octubre de 1965 el río Iro volvió a sentirse fenicio, tomando durante unas horas el espacio que ocupaba tres mil años atrás, cuando la línea de costa se situaba mucho más al interior que hoy día. Por entonces el río Iro desembocaba cerca de la Plaza de España, aproximadamente donde se haya el Puente Grande, entre dos promontorios que ceñían su desembocadura, uno de ellos, el hoy denominado Cerro del Castillo, el otro, el montículo sobre el cual se ubica la iglesia de San Sebastián. Ambos eran puntos estratégicos desde donde controlar la navegación que a través del Iro se adentraba en la campiña, hasta las inmediaciones de Medina Sidonia. La línea del mar llegaba por tanto hasta el pie de estas dos elevaciones.

La ciudad de Chiclana, cuyo origen se sitúa en el entorno del mencionado Cerro del Castillo, con una continuidad de poblamiento desde la prehistoria (época del Bronce Final) hasta la actualidad, pasando por fenicios, púnicos, romanos o almohades, a partir del siglo XVII, debido sobre todo al traslado de la cabecera de la flota de Indias en el año 1680 a la bahía gaditana y en 1717 el de la Casa de Contratación, vivirá un importante desarrollo demográfico y urbanístico, expandiéndose hacia el sur y sureste, sobre zonas de cultivo situadas en las márgenes del río. Este crecimiento de la ciudad ocupando las orillas del Iro, hará que sus puntuales desbordamientos cada vez que las lluvias arreciaban afectaran a estos nuevos espacios urbanos.

Se trata de una muestra sencilla, pero que plasma con gran realismo lo vivido aquellos días

El título de la muestra fotográfica expuesta en Nueva Gaderia: ‘Cuando el Iro volvió a sentirse fenicio. 60 años de la Riada’, trata de evocar este pretérito vínculo existente entre el espacio en el cual nos ubicamos, en el Cerro del Castillo, origen de la actual ciudad de Chiclana, junto a la desembocadura del Iro en época de la colonización fenicia, hace casi tres mil años, y aquella crecida de 1965, cuyas aguas ocuparon durante un breve tiempo su antiguo espacio. Lo hacemos a través de una treintena de fotografías, ampliadas a gran formato, imágenes que muestran diversos momentos de la riada: la impetuosa avenida de las aguas, su destrucción y algunos de sus protagonistas, además de portadas de prensa que recogieron este suceso, así como planos que recrean tanto la zona ocupada por las aguas durante el desbordamiento, como la antigua línea de costa en época fenicia. Se trata de una muestra sencilla, pero que plasma con gran realismo lo vivido aquellos días en Chiclana, además, en un espacio arqueológico como es Nueva Gadeira donde podemos reencontrarnos con el origen de la ciudad, tan unido al Iro.

La Riada supuso un duro golpe, aunque el tiempo ha conseguido que podamos sobrellevarla

Tal como dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez, “la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado”. La Riada supuso un duro golpe para Chiclana, aunque el tiempo ha conseguido que podamos sobrellevarla, incluso observarla con benevolencia, como parte inherente de nuestra memoria colectiva.

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