Las imágenes secundarias más antiguas que procesionan en la Semana Santa de Málaga son de Castillo Lastrucci y datan de 1953. Este dato refleja a la perfección cómo la capital de la Costa del Sol tuvo que rehacer de la nada sus cofradías, reinventar su Semana Santa a raíz de todos los sucesos que sufrió España en 1931, 1936 y durante la Guerra Civil y que acabó con la práctica totalidad del patrimonio religioso malagueño. Hoy, en pleno siglo XXI, esta ciudad saca pecho del trabajo realizado en estas últimas décadas y expone con orgullo un muestrario de las grandes piezas que se han hecho en talla, bordado u orfebrería para convertir a la Semana Santa en una de las más importantes de Andalucía.

Todo ello se refleja a la perfección en la exposición ‘Un siglo de esplendor’ que la Agrupación de Cofradías ha organizado en el antiguo palacio episcopal, hoy centro cultural de la Fundación Unicaja, y que se mantendrá abierta hasta el próximo 11 de julio. Un homenaje al centenario de esta Agrupación de Cofradías a cuyo abrigo se ha desarrollado el espectacular crecimiento patrimonial de la Semana Santa malagueña y una oportunidad perfecta para realizar una 'escapada cofrade'.

A lo largo de la exposición ha querido la comisión que dirige Miguel Ángel Blanco (todo un experto en arte sacro y en la ejecución de exposiciones) conjugar a la perfección piezas de las más antiguas con algunas de lo más reciente. Así, conviven el espectacular catafalco de la hermandad del Sepulcro -que al igual que la Agrupación cumple ahora un siglo de existencia y que supuso un cambio absoluto del modo de procesionar una imagen del Cristo yacente, que hasta entonces se hacía en todos sitios con urnas de cristal- con algunas piezas que ni siquiera han procesionado todavía, como el grupo escultórico que acompañará al tercer paso que quiere incorporar la hermandad de Zamarrilla (Nuestro Padre Jesús del Santo Suplicio), o el techo de palio de la hermandad de los Estudiantes.

Grupo escultórico del futuro tercer paso de La Zamarrilla de Málaga.

También conviven a lo largo del Palacio Episcopal la arquitectura del histórico edificio y la muestra artística y patrimonial, lo que le otorga aún mayor espectacularidad y cierta sensación de vida, gracias especialmente al trabajo artístico realizado por Rafael de las Peñas en la escalera principal del palacio formando una especie de cortejo formado por nazarenos de diversas corporaciones malagueñas con su hábito procesional y portando insignias o detalles de lo más curiosos.

Insignias y hábitos nazarenos de la Semana Santa de Málaga expuestas en 'Un siglo de esplendor'

Especialmente atractiva es esta conjugación artística y arquitectónica en la antigua capilla, que acoge espectaculares obras del bordado mariano malagueño. Sayas, techos de palio y mantos de muy distinto diseño y ejecución dispuestos a lo largo de la sala, destacando el manto de los Dolores de Expiración, espectacular obra bordada en el taller de Elena Caro en 1954 y catalogada como Bien de Interés Cultural.

El espectacular manto de la Virgen de los Dolores de Málaga.

Del mundo del bordado destaca también la sala dedicada a los Cristos. ‘Dios y hombre’ lleva por título (con grandes letras en relieve presidiendo cada una de las salas) esta muestra de túnicas bordadas para los Cristos malagueños, completada con potencias, cantoneras y otros detalles y elementos cristíferos realizados en orfebrería. Orfebrería que alcanza su máximo esplendor en la sala dedicada a las coronas de las Dolorosas, que supone un repaso histórico a los trabajos realizados en Málaga por distintos talleres y en distintas épocas del año, con el halo de coronación de la Soledad de Mena como pieza central.

La exposición ‘Un siglo de esplendor’ pone de relieve también cómo Málaga ha creado un estilo propio y personalísimo de la Semana Santa que ha propiciado la aparición y consolidación de muy destacados artistas locales (destacan los diseños de Fernando Prini o Jesús Castellanos, la obra de Ruiz Monte o la figura de Cayetano González, reconocido orfebre que pese a ser malagueño sólo cuenta con una obra en la ciudad, la peana de la Virgen del Amor Doloroso) así como la adaptación a las formas y volúmenes de consagrados artistas del panorama andaluz (como Castillo Lastrucci, Navarro Arteaga, Manuel Valera, Elena Caro, o Juan Borrero).

Un espacio dedicado al exorno floral propio de la Semana Santa (una original idea que pone de relieve las especies florales más utilizadas en cultos y procesiones así como la distinta simbología relacionada a cada flor), la popular figura de El Berruguita (que rehizo Navas Parejo tras desaparecer la original de Gutiérrez de León), el Resucitado de la Agrupación de Cofradías o un pequeño repaso patrimonial a la provincia malagueña completan esta gran exposición que pone de relieve a través de 200 piezas cómo la Semana Santa de Málaga se rehizo a partir de los años 40 de las cenizas a las que fueron reducidas buena parte del patrimonio y la historia de sus hermandades.

El Berruguita, popular imagen secundaria de la Semana Santa de Málaga.

Toda una proeza que se pone en valor en la conmemoración del centenario de la Agrupación de Cofradías de Málaga -la segunda en crearse después de Cádiz, que cuenta con este organismo cofradiero desde 1898, cuando lo creó Cayetano del Toro- y que puede verse en el Palacio Episcopal hasta el 11 de julio (de martes a domingo de 10:30 a 20:00 horas).