La crónica de la jornada

Semana Santa en Cádiz: La salud va por barrios

  • El Lunes Santo reafirma la buenas sensaciones de la jornada precedente pese a que no hay salidas procesionales

  • Mucho público y unos buenos altares redondearon el día

Imagen de la iglesia de la Palma con el Cristo de Misericordia y la Virgen de las Penas.

Imagen de la iglesia de la Palma con el Cristo de Misericordia y la Virgen de las Penas. / Julio González

“Salud te pido, Padre viñero, pa que pueda volver a cantarte”. En la iglesia de La Palma se hace el silencio para escuchar a Manoli del Amo Puyana, hermana de esta archicofradía viñera, que desde el coro canta una saeta emocionada que acaba en un baño de lágrimas cuando finalizó. Este año el Cristo de Misericordia y María Santísima de las Penas no estarán tampoco en la calle, pero al menos la reja que los separaba el año pasado, este Lunes Santo se podía traspasar.

Los dos Titulares estaban en el centro de la pequeña iglesia de La Palma. El Cristo detrás elevado sobre el Monte Calvario cubierto de las flores que todos los años entregan sus devotos del barrio y, entre todas ellas, un ramo de la cuadrilla de María Santísima de las Penas. Delante, Ella en un primer plano con una saya negra en señal de luto por todas las personas de la archicofradía y cercanas a ella que han fallecido por la pandemia en este último año y con un tocado que estrenaba para la ocasión. Y al fondo, un enorme espejo en el altar mayor de la iglesia que da un magnífico efecto ya que mirándolo se puede ver la espalda del Señor y al fondo la calle de La Palma.

La filosofía de este año, en un contexto de pandemia, es la de disfrutar de lo que tenemos y dejar de lamentarnos por lo que falta. Es un momento perfecto para disfrutar de las imágenes desde una perspectiva diferente, de acercarlos aún más a los corazones. De hecho, en La Palma una de las premisas ha sido la de que los Titulares estén más cerca de la gente cuando visiten el templo.

Numerosas velas preceden el altar del Prendimiento en la capilla del Beato Diego. Numerosas velas preceden el altar del Prendimiento en la capilla del Beato Diego.

Numerosas velas preceden el altar del Prendimiento en la capilla del Beato Diego. / Julio González

La jornada fue animándose poco a poco conforme fue avanzando el día, ya que hay que tener en cuenta que el Lunes Santo es una jornada laborable, al contrario de lo que ocurre el Domingo de Ramos. Por la mañana se pudieron visitar los templos con un poco de más tranquilidad, pero por la tarde aumentó de manera exponencial el público que no ha dado la espalda a las imágenes y a las cofradías, ni estas a la ciudad. En este sentido, llamaba la atención la enorme cola que se formó en la calle Bendición de Dios para entrar en la pequeña capilla del Beato Diego por la tarde.

No obstante, desde las diez de la mañana en las que abrió sus puertas la Iglesia de La Palma ya comenzó un rosario de visitas que originó una cola que se extendía por la calle San Nicolás, pero que iba a buen ritmo. A las cinco de la tarde la hermandad celebró su misa que vino a ser su singular estación de penitencia al no poderla hacer este año en la Catedral como un año cualquiera. En el futuro asoma la procesión extraordinaria por la coronación de la Virgen de las Penas en el mes de agosto, pero ahora todo queda en el aire a la espera de que el riesgo de la pérdida de la salud vaya cayendo con la vacunación de la población.

Y de La Viña al Mentidero, en la pequeña capilla del Beato José Diego de Cádiz los hermanos del Prendimiento hacían guardia junto al Señor y a la Virgen del Patrocinio, a los que se les había unido San Pedro, que también va en el paso de misterio. A las doce tocaba el rezo del ángelus en el que también se finalizaba con la petición más repetida de esta Semana Santa de 2021 y es la de salud para todos. Debido a las pequeñas dimensiones de la capilla, la cofradía no había podido desplegar el misterio que tiene esta hermandad en su totalidad y ha optado por la sencillez. El Señor aparecía en el centro un poco mas elevado sobre la peana en la que procesiona la Virgen del Patrocinio en su palio. Ella iba vestida de reina pero no con la saya y el manto de salida, sino con uno mas corto.

Entre la zona de los bancos y las imágenes había un pequeño mar de velas pertenecientes a hermanos y devotos que hicieron sus rogativas en los cultos celebrados en Cuaresma, muchas de ellas, seguro, para pedir salud.

Una niña pone una vela en la iglesia de San Francisco. Una niña pone una vela en la iglesia de San Francisco.

Una niña pone una vela en la iglesia de San Francisco. / Julio González

Y si hay que mirar con esperanza al futuro, había que irse a la céntrica iglesia de San Francisco, que vive cada Lunes Santo su gran jornada con la salida del Nazareno del Amor y Vera-Cruz.

En el Amor se ha tratado de asemejar lo máximo posible a la salida de un Lunes Santo, de manera que se ha recreado el misterio con la imagen del Cirineo ayudando aportar la cruz del Señor. Eso se ha hecho sobre una base elevada que asemeja un paso que tenía como suelo una colorida y variada elección de flores. Entre las variedades utilizadas hay rosas, hortensias, jacintos, musgo, helechos y con tonalidades distintas. Como curiosidad, en vez de los habituales faroles que lleva el paso cada Lunes Santo llevaba los guardabrisas del paso antiguo de la Vera-Cruz, que ayer tuvo un protagonismo especial en San Francisco.

La imagen de Jesús Caído aparece en primer término mientras que el Nazareno del Amor y el Cirineo se encuentran en segundo plano. La imagen de Jesús Caído aparece en primer término mientras que el Nazareno del Amor y el Cirineo se encuentran en segundo plano.

La imagen de Jesús Caído aparece en primer término mientras que el Nazareno del Amor y el Cirineo se encuentran en segundo plano. / Julio González

A pocos metros del Señor se encontraba la imagen de la Virgen de la Esperanza que estrenaba una saya de color malva realizada por Juan Carlos Girón Bornes y que ha sido donada por un grupo de hermanos. También se podía ver la corona restaurada en Jerez por Antonio García Falla. Por allí se pudo ver, entre otras personas, al número uno de esta hermandad y uno de los fundadores de la misma, Eduardo Domenech, que como todos los años, asiste emocionado a San Francisco todos los Lunes Santo.

A muy pocos metros, Vera Cruz daba muestras una vez más de ser una de las cofradías que tiene un mayor gusto a la hora de hacer cualquier cosa. El Señor permaneció en el mismo lugar en el que está todo el año en su capilla, pero la Virgen de la Soledad estaba sobre los respiraderos del antiguo paso de la Vera Cruz. Con ello lo que se buscaba era hacer una especie de prolongación del retablo, al que se le han metido los guardabrisas del actual que realizó hace casi tres décadas Antonio Martín.

Una mujer hace una foto al altar montado por Vera Cruz en San Francisco. Una mujer hace una foto al altar montado por Vera Cruz en San Francisco.

Una mujer hace una foto al altar montado por Vera Cruz en San Francisco. / Julio González

La Virgen llevaba un conjunto del siglo XVIII que fue restaurado a principios de siglo y portaba una medalla que había sido regalada por monseñor Amigo, otra franciscana y la de San Antonio de Padua en recuerdo al Pan de los Pobres, que es la obra solidaria en la que se encuentra esta hermandad.

Con todas las misas y actos internos, se dio por finalizado un Lunes Santo que confirma las buenas sensaciones que hubo en la jornada precedente y es que la devoción cofrade no decae.

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