Diario Cofrade

El Nazareno de El Puerto

  • Es una de las esculturas más interesantes de la iconografía locall La autoría se le atribuyó en 2006

Recordamos hoy en estas páginas una de las esculturas más interesantes de El Puerto de Santa María: Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de la hermandad homónima que recibe culto en la basílica menor de Nuestra Señora de los Milagros y procesiona la madrugada del Viernes Santo junto a Nuestra Señora de los Dolores y san Juan evangelista. Dejando aparte la carga espiritual y larga tradición devocional, resulta evidente su categoría estética y el innegable mérito artístico que posee. A ellos nos referimos ahora repasando sus principales aspectos iconográficos y estilísticos y remitiendo a los más interesados a consultar el reciente libro publicado por el autor del presente artículo.

Iconografía, estilo y autor

Se trata de una imagen de bulto redondo y tamaño natural con cabeza, cuello, manos y pies tallados en madera de pino debidamente encarnados y el resto del cuerpo desbastado y abocetado, apenas anatomizado porque se concibió para ser vestido. Y ésta es su primera originalidad: ser una escultura maciza, aunque tallada íntegramente en varias piezas y con los brazos sin articular. Representa a Jesús inclinado hacia adelante y encorvado en actitud de avanzar cargando con la cruz sobre el hombro izquierdo, enérgico pero a la vez exhausto por el peso de ésta, en la que simula apoyar las manos (resulta original la postura de la izquierda, elevada como sujetando el remate del stipes para hacer palanca y soportar mejor la cruz). Separa las piernas en potente zancada componiendo una forzada, dinámica y realista postura a la que contribuye también el quiebro acentuado de la cintura con zona lumbar sobresaliente. El escultor insiste, de esta manera, en el dinamismo impuesto a la imagen por su carácter itinerante de claro sentido procesional. Viste túnica talar y cuenta con los atributos típicos en esta iconografía: cabeza coronada de espinas y potencias y cordón atado al cuello y cintura.

En la cabeza destacan como elementos significativos tanto la cabellera que la cubre como las facciones de su hermoso rostro reflejando una expresión entre dramática y resignada, con mirada dulce y comprensiva. El cuello, esbelto y con marcada anatomía muscular, también es muy singular. Las manos son de notable perfección anatómica, con dedos separados y flexionados (interesantes los meñiques, con la típica deformación conocida como camptodactilia, otra seña de identidad del imaginero que tallara esta imagen). Los pies acusan idéntico tratamiento realista por la pormenorizada observación de modelos naturales.

Respecto a la policromía, tórax, abdomen y parcialmente brazos y piernas aparecen cubiertos por una pintura plana que oculta las formas anatómicas, apenas insinuadas y ocultas bajo la túnica, mientras que la encarnadura original, a base de pintura al óleo pulimentado sobre base de minio en cabeza, cuello, antebrazos, manos, piernas hasta rodillas y pies, resulta extraordinaria a juicio de los restauradores que han intervenido en la imagen (Suárez y Ugarte en 1989 y Miñarro López en 2014, las más conocidas).

¿Jesús Nazareno, obra de Ignacio López?

Esta imagen no está datada ni firmada, aunque creemos con toda seguridad que es la donada en 1702 a la cofradía por el escribano y entonces hermano mayor, José Angel Natera, cuando tenía su sede en el convento de san Agustín de El Puerto. Es de estilo barroco y está atribuida a Ignacio López.

A lo largo del siglo XX se la ha vinculado a Pedro Roldán, a su círculo y en ocasiones a su hija Luisa, la Roldana. Después se atribuyó a un "foco jerezano" por la similitud de características con otras imágenes conservadas en la ciudad vecina. Pero en 2006 se descubrió el nombre de ese anónimo, enigmático y magnífico imaginero y una nueva atribución (y creo que definitiva por segura) salió a la luz: Ignacio López. Los argumentos a su favor son varios. Recordamos razones cronológicas (coincidencia temporal entre la fecha de donación de la talla a la Hermandad -2 de marzo de 1702- con la producción del taller abierto en El Puerto por este imaginero, entre 1680 y 1718). También existieron relaciones personales, familiares y profesionales entre el entallador y el escultor del retablo de Ánimas de la Prioral (Alonso Morales e Ignacio López), quienes trabajaron conjuntamente en varios proyectos laborales. Sería Morales también quien entregara a la hermandad del Nazareno en 1687 un paso para portar la imagen primitiva del titular. Y, por supuesto, existencia de similitud de rasgos formales y notables concomitancias estilísticas con otras esculturas asignadas a Ignacio López, tanto documentadas (sobre todo san Gregorio Magno y san Judas Macabeo del retablo de Animas de la Prioral y la santa Ana del de Lebrija) como atribuidas (Santiago de Lebrija, Jesús de las Penas de Jerez y el Cristo atado del convento portuense de Concepcionistas, por citar sólo los ejemplos más significativos).

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