Diario Cofrade

La crónica del Martes Santo en Cádiz: La Pasión musealizada

  • El Covid ha acabado con la libertad de la Semana Santa

  • Todo son colas, normas, límites que hace que uno no sepa bien si va a una iglesia o está entrando en un museo

Colas a la puerta de la iglesia de Santiago para ver a las imágenes titulares de la cofradía de Piedad.

Colas a la puerta de la iglesia de Santiago para ver a las imágenes titulares de la cofradía de Piedad. / Julio González. (Cádiz)

El coronavirus no tenía bastante con impedir que las procesiones salieran a la calle, con que las bandas ensayaran, con que las convocatorias de hermanos fueran suspendidas o evitadas. La pandemia ha acabado, de un plumazo, con la libertad de la Semana Santa. Sí, porque aunque se diga por activa y por pasiva respecto a la fiesta de febrero, la auténtica libertad la encuentra uno en la Semana Santa: es libre de salir con su cofradía o de no hacerlo, de ir con capirote, en la penitencia, cargando el paso o de acólito; libre de verla aquí o allá, de alquilar una silla y verla sentado o buscarla en la esquina exacta donde manda la tradición o donde sabe que tocarán la marcha que quiere oír. Todo eso se ha perdido, y este año 2021 deambulamos por una Semana Santa de límites, de normas por doquier, de horarios, de prohibiciones, y de colas. Como si en lugar de acudir a las iglesias al encuentro de las imágenes, fuéramos a un Museo a ver las imágenes de la Pasión.

El Covid ha enfriado la relación del público con las imágenes, del devoto con su Cristo y su Virgen, del hermano con su cofradía. El encuentro estos días tiene que esperar una cola en la calle para producirse; y tiene que ser rápido, casi fugaz, que hay gente esperando detrás. Nada de saludos, de tertulias, y mucho menos de abrazos y besos. Y así, las iglesias parecen convertidas en museos, con la frialdad del personal de seguridad privada que recibe en la puerta para dar las instrucciones necesarias: “por esta puerta no se entra”, “diríjase hacia este lado”, “tómese la temperatura”.

En esta Pasión musealizada a la que obliga la Semana Santa de 2021 las imágenes siguen siendo bajadas de sus altares habituales para presidir montajes especiales o extraordinarios, como en cualquier exposición que se precie. El Señor de Columna, a los pies del altar mayor de San Antonio enmarcado en un dosel de nueva creación hecho por la propia mayordomía de la hermandad, que también ha realizado un destacado trabajo devolviendo a la Virgen de las Lágrimas la cúpula que dejó de utilizar hace ahora un siglo. Piedad en el crucero de Santiago, Crucificado con Crucificado; El Caído en unas pequeñas andas para ser trasladado por la tarde al altar mayor y presidir desde allí el acto con los hermanos; y Ecce-Homo a los pies de su altar, que estos días ocupa la Virgen de las Angustias.

Iglesia de Santiago. Iglesia de Santiago.

Iglesia de Santiago. / Julio González. (Cádiz)

La cofradía de Sanidad ha sido la única este Martes Santo en apostar por mantener a las imágenes titulares en sus retablos. Si no se sale a la calle, para qué moverlos; que es una decisión tan loable y respetable como la de realizar altares del todo extraordinario. Nadie tiene la medida exacta en esta Semana Santa tan extraña.

Para ver todo ello, el público aguarda paciente su turno en la cola. Colas que durante la mañana apenas existieron, notándose el día laborable y la coincidencia de cinco cofradías de centro, sin tanta popularidad como el Lunes Santo; pero que sí se han ido formando en la Catedral, en San Francisco o José del Toro abajo conforme avanzaba la tarde. Colas que como los días anteriores fueron custodiadas por profesionales de la seguridad privada, que de la noche a la mañana se han convertido en proveedores de las cofradías como antes lo eran el cerero, el florista o el músico. Los tiempos cambian y el Covid impone.

Iglesia de San Antonio. Iglesia de San Antonio.

Iglesia de San Antonio. / Julio González. (Cádiz)

De vigilantes de seguridad hacían en San Pablo los soldados romanos, que aparecían por sorpresa en horario vespertino para custodiar el acceso a la iglesia y también la imagen del Señor. No hay procesiones, pero no han faltado los romanos que felizmente la cofradía recuperó recientemente.

Escolta romana a los lados del Señor del Ecce-Homo, en San Pablo. Escolta romana a los lados del Señor del Ecce-Homo, en San Pablo.

Escolta romana a los lados del Señor del Ecce-Homo, en San Pablo. / Lourdes de Vicente

En esta Semana Santa musealizada, los horarios son también clave importante. Horarios que divide a las iglesias que mantienen abiertas las puertas todo el día y aquellas que dividen las visitas entre la mañana y la tarde, cerrando al mediodía. “Vamos a cerrar para proceder con la limpieza del templo”, avisaba a la una y veinticinco minutos de la tarde el párroco de Santa Cruz, Rafael Fernández; la Catedral Vieja que es en sí misma un museo de la Pasión estos días, con altares tan llamativos como el de Medinaceli, que parece estar sobre su paso procesional, el del Perdón, con el Crucificado acompañado de los dos ladrones y con otras siete imágenes más en el calvario; o el de Santo Entierro, con la Virgen de la Soledad bajo un improvisado templete.

Iglesia de Santa Cruz. Iglesia de Santa Cruz.

Iglesia de Santa Cruz. / Julio González. (Cádiz)

Horarios que también dejan hueco a la intimidad, a los actos exclusivos con hermanos, o a las citas que son habituales y que las hermandades han apostado por mantener pese a la pandemia. Esto último ocurría por ejemplo al mediodía con la iglesia de San Pablo, que completaba su aforo dejando a muchos hermanos en la calle Ancha sin poder asistir a la misa, solemnizada con un elegante acompañamiento musical; a la misma hora, en San Francisco sonaba el Gaudeamus Igitur, repitiendo el Caído el acto protocolario en el que la Universidad de Cádiz (sin su rector) entregaba el bastón de mando a la imagen del Señor. La música se escapa también entre las flores de un ramo que la banda del Rosario dejaba a los pies del Señor de Columna.

Entrega del bastón de la UCA a Jesús Caído. Entrega del bastón de la UCA a Jesús Caído.

Entrega del bastón de la UCA a Jesús Caído. / Julio González. (Cádiz)

La búsqueda de los templos, la fría visita de distancias, normas y recorridos guiados por el Martes Santo tiene un mínimo alivio: el tiempo, de lo más desapacible. Fuerte viento y cielo cubierto amenazando agua, que hace pensar en qué habrían decidido las juntas de gobierno si se tratara de un año normal con cofradías en las calles. La procesión siempre en la mente.

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