Diario Cofrade

Jesús atado a la columna

  • La imagen que se guarda en el Convento de las Concepcionistas refleja el realismo del barroco sevillano

  • Destila dinamismo, elegancia y belleza

Tras las generalidades sobre la imaginería pasionista de Ignacio López iniciamos en este artículo la serie de esculturas que hace casi trescientos años dedicara en El Puerto a este tipo de iconografía. Y lo hacemos, siguiendo la secuencia cronológica de la Pasión de Cristo, con una interesante obra que conocemos como Jesús atado a la columna conservada en la clausura del convento de la Concepción de esta ciudad.

Iconografía

Los evangelistas se limitan a constatar que Cristo fue azotado y omiten los pormenores que rodearon la flagelación. En las Actas de Pilato puede leerse que éste afirmó "he decretado que seas flagelado". Resulta desproporcionado el contraste entre este laconismo de las citas bíblicas y la riqueza de las representaciones plásticas de este episodio, posteriores al siglo IX. La que nos ocupa responde al modelo tan repetido de este momento pasionista en el arte barroco. Jesús presenta una lógica postura forzada al avanzar y girar tórax y cabeza hacia adelante y derecha mientras mantiene en escuadra los pies (la pierna derecha queda retrasada y la izquierda adelantada) y los brazos (el derecho cruzando delante del cuerpo) sujetos a la columna situada a su izquierda. Este tipo de soporte (bajo, con forma de balaustre y de perfil bulboso) es el más representado desde la segunda mitad del siglo XVI a raíz de las recomendaciones del concilio de Trento y la Contrarreforma para imitar a la considerada original conservada en la basílica de santa Práxedes en Roma. También permitía a los artistas (recordemos las esculturas de Gregorio Fernández, Roldán, Pimentel, Salzillo, etc.) representar a Cristo en posturas y actitudes variadas porque, al quedar atado por las manos a la argolla de ésta, su cuerpo aparecerá inclinado o encorvado para y por recibir los latigazos tanto en la espalda como en el pecho. Se insistía así, también para exaltar la sensibilidad del fiel espectador, en los sufrimientos de un Jesús humillado, golpeado y herido. Y así lo entendió el imaginero que talló esta maravilla de la clausura de las Concepcionistas.

Características y autor

Ya destacamos esta talla en Influencias sevillanas e italianas en la escultura barroca de El Puerto de Santa María (2009) y otros artículos. Y lo hacíamos atribuyéndola a Ignacio López por los idénticos rasgos anatómicos, compositivos y estilísticos en general presentes en obras documentadas y de segura atribución del artista. También hemos comentado ya que la relación del imaginero con este convento de la Concepción debió ser estrecha y permite plantear posibles contactos laborales. Moreno Arana (Ignacio López en el contexto de la escultura portuense de los siglos XVII y XVIII, Revista de Historia de El Puerto, nº 51, 2013) dio a conocer, incluso, una escritura notarial fechada el 29 de Agosto de 1713 en la que se recoge una fianza a favor del convento sobre una casa propiedad de una de las monjas obligándose, en caso de perder el litigio la comunidad, a pagar el escultor los 4.766 reales de los réditos. Para ello, hipoteca su casa, situada en la confluencia de las calles Santa Clara y de la Rosa. Esta relación documentada con las Concepcionistas podría asociarse a la existencia del Cristo atado a la Columna que se conserva en dependencias de su clausura, imagen que debió realizarla Ignacio López a finales del siglo XVII o comienzos del siguiente, una vez liberado de las tareas escultóricas del retablo de Animas de la Prioral que tanta fama le depararía en toda la zona. Casi seguramente será la imagen citada como "Señor de la columna" en el inventario que se hace del convento en 1836 tras la desamortización.

Se trata de una interesantísima imagen de talla completa en madera policromada y tamaño académico que refleja el realismo barroco que en la escuela sevillana nos dejara un grupo de escultores encabezados por Roldán y Arce y cuantos familiares y colaboradores trabajaron en sus talleres. Sus rasgos anatómicos, tanto del rostro como del esbelto y girado cuello, torso y extremidades, así como el tratamiento de la cabellera son muy similares a los de otras de sus imágenes documentadas y atribuidas a Ignacio López ya comentadas en otros artículos. Lo mismo podemos afirmar de las naturalistas, delicadas y expresivas manos, tan en consonancia con las demás talladas por este imaginero.

El único elemento que cubre la desnudez de este escuálido Cristo flagelado es un breve sudario cordífero, de escaso vuelo, pliegues aristados diagonales y sujeto con soga en la cadera derecha, muy similar a otros interpretados por el artista. Apenas oculta una anatomía escasamente desarrollada donde el autor ha preferido no pormenorizar en detalles excesivamente cruentos. Otras características de esta imagen son el dinamismo (obsérvese como se rompe la posible frontalidad al girarse e inclinarse para potenciar el movimiento y teatralidad barrocos), la elegancia y la singular belleza serena que emanan las facciones de un rostro dolorido, triste y con perfiles acusados pero resignado, sin excesivo dramatismo. Estas notas son muy similares a las mostradas en varias de las imágenes masculinas que tallara Ignacio López, especialmente las de san Gregorio Magno y san Judas Macabeo del retablo de Animas de la Prioral, Santiago de Lebrija o el mismo Nazareno de El Puerto, con el que se encuentra íntimamente relacionado.

Del resto de la imagen anotamos también que su cabeza está interpretada con potencias y que convendría realizar una oportuna restauración para mejorar su estado de conservación (se observan múltiples y preocupantes grietas, pérdidas de soporte y policromía, etc.). Creemos que no ha sido muy intervenida, que la totalidad de la talla (escultura y pintura) es la original y merece ser conservada en esta integridad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios