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solidaridad

Voluntarios y mayores, un vínculo recíproco

  • Algunos voluntarios de la residencia de Cruz Roja explican su experiencia y hablan de las razones que les llevaron a este compromiso con la institución

Una voluntaria, en la residencia de mayores de la Cruz Roja de San Fernando.

Una voluntaria, en la residencia de mayores de la Cruz Roja de San Fernando. / cruz roja

La implicación de los voluntarios en las entidades sociales resulta de vital importancia para su funcionamiento. Son una parte importante del corazón de los centros asistenciales, en la medida que complementan la labor de sus profesionales. La residencia de mayores de la Cruz Roja sabe de esta importancia y refuerza su vínculo con ese voluntariado: "Somos una institución de voluntarios", a los que ha optado por formar y de los que espera además su compromiso.

"Hablamos de un colectivo vulnerable, por eso debemos ser realistas sobre qué se van a encontrar y por eso pedimos un compromiso. Es que establecen una relación con los abuelos", explica Bárbara Basallote, directora de servicios. "Cuando te ven después de algunos días, tienen contigo muchas muestras de cariño", comenta María José, una de las voluntarias de este centro de La Magdalena, que los describe como besucones y achuchones. Ese vínculo se nota, añade Mari Paz, en que "no quieren ni que te vayas".

Algunos de los voluntarios cuentan su experiencia, también las razones por las que se sumaron a esta labor, o cómo llegaron hasta la Cruz Roja. "Era voluntario antes en Cádiz, y cuando me vine a San Fernando, decidí colaborar aquí", explica Adolfo, que presta su tiempo a esta organización solidaria desde 2005. Cinco años lleva Mari Paz en la residencia isleña. Allí tiene dos personas a su cargo, contratada por su familia, para que esté pendiente de ellos, aunque no todo el día. "Pero yo me quedo, estoy más tiempo", cuenta esta mujer que sufrió un ictus y que llegó al voluntariado a través de una amiga. "Estoy tranquila, me relaja, gracias a ellos estoy bien", asegura. María José colabora con otras asociaciones y ya antes había estado vinculado con la asamblea de Cádiz. Lleva en San Fernando cinco meses. Juani, por su parte, se encargó de arreglar la documentación necesaria para que una abuela que vivía sola en el edificio de sus padres entrara en el centro, después de llevarla al hospital. Venía de visita y "ya llevo seis años de voluntaria".

Cada uno presta su tiempo dentro de las posibilidades que sus responsabilidades -trabajo, familia- le permiten. Antes de integrarse reciben una formación básica. El programa que pone en práctica Cruz Roja para ello, explica el director del centro gerente, Antonio Montero, tiene varias fases, que comienza con una entrevista para comprobar el interés y la motivación. "Son personas con un pérfil empático", señala Basallote. Entre su voluntariado hay quien tiene un perfil profesional vinculado al sector -como educadores sociales o gerocultores-, familiares de usuarios, jubilados o estudiantes. Después acuden a un curso de formación con una psicóloga. Finalmente llega la práctica ya sea en el día a día de la residencia, en los talleres o las salidas.

"Vas al médico con ellos, participas en las actividades programadas. A veces hacen salidas, como a la playa este verano", detalla Juani sobre su colaboración. Este verano también se pudo ver a algunos de ellos acompañando a los residentes que fueron a las citas musicales en la Alameda Moreno de Guerra organizadas para los mayores de la ciudad. Hace poco estuvieron en el Parque del Oeste. "Estás con ellos en la terapias, en las propuestas de ocio", añade al respecto María José. Cada voluntario ofrece lo que puede, más allá de su tiempo libre, también su carácter. "Porque entre nosotros hay más charlatanes, otros más cortones, también quienes se atreven a picar a los abuelos", responden sobre cómo son quienes cooperan en Cruz Roja.

Todos están de acuerdo en el beneficio que para ellos tiene esta experiencia, porque es recíproco. "Te aportan muchísimas cosas", expone Adolfo. "Dónde íbamos a estar nosotros si no fuera por ellos", exclama Mari Paz. "Da mucha satisfacción ver sus caras de alegría", abunda Juani. Lo recomiendan cuando se les pregunta.

Por supuesto, también aparece la tristeza al ver su estado, observar cómo pasan los años, tienen enfermedades y les afecta. "Te haces fuerte para que ellos no te vean mal", reconoce Adolfo. "Cuando fallece alguien lo sientes mucho", continúa María José. "Ves que falta alguien y preguntas, cuanto te dicen que ya no está es muy triste", añade Juani. De cualquier modo, "engancha", dejan claro todos. La prueba, la colaboración de algunos de ellos con otros colectivos. "Cuando te metes ves que hace falta más colaboración. Por ejemplo en las casas hacen falta voluntarios", explica Juani que colabora los viernes con personas mayores a través de la parroquia de Buen Pastor. "Necesitan compañía".

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