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Lolo picardo. gerente de la venta de vargas

"La Venta es un oasis"

  • Hostelero de nacimiento y cabeza visible del negocio más emblemático de la ciudad, este isleño lamenta que en San Fernando no se crea que el flamenco puede ser una nueva fuente de ingresos

Por sus venas corre la sangre de cuatro generaciones consagradas a un negocio que ha hecho historia y se ha convertido en una seña de identidad de La Isla y del flamenco. Le gusta definirse como filoflamenco, es decir, la persona que ama el flamenco. El término -lo de flamencólogo se lo deja a los puristas de los que rehuye- se lo regaló un catedrático de Literatura. Tiene mucho de empresario, algo de poeta y una memoria familiar plagada de anécdotas, vivencias y leyendas que regala con orgullo a todo aquel dispuesto a escucharle. Le gusta escribir, el periodismo, hacer crítica flamenca. Tiene incluso un programa de radio -La Fragua- desde el que apadrina a los jóvenes valores. "En La Isla -advierte- tenemos ahora mismo artistas de primera". Cantaores, guitarristas y bailaores capaces de algo muy grande. Ahí está -cita- Joaquín de Sola, cuyo primer trabajo discográfico acaba de ser reconocido esta semana con los Premios de la Crítica Flamenco Hoy, que le considera como el mejor artista revelación. O el guitarrista Jesús Guerrero, toda una promesa, que también ha triunfado en estos galardones. Solo les falta despegar, les falta el apoyo suficiente, que el mundo del flamenco, tan cerrado tantas veces, les abra la puerta sin complejos. A Lolo Picardo, cuando habla de todo esto, se le enciende la mirada, se le nota la pasión... Por eso, le duele que La Isla no haya sido capaz de generar una actividad económica en torno al flamenco, que no haya sabido convertirlo en una fuente de ingresos. Camarón es el gran ejemplo, claro. En más de 20 años no se ha conseguido hacer nada. Pero hay más: "¿Cómo es que La Isla, con todo lo que supone, no sea capaz de tener un festival de flamenco?", lamenta. ¿Y la Venta de Vargas? "¿La Venta? -responde- la Venta siempre ha sido un oasis".

-Es la cabeza visible de un negocio con más de 90 años de historia que es un referente en el mundo del flamenco, una seña de identidad de La Isla. ¿No le abruma tanto peso?

-Muchas veces me preguntan desde cuándo soy hostelero. Y preguntarle eso a un miembro de una familia hostelera es complicado. ¿Cuándo empieza a ser hostelero uno? ¿Cuándo va con diez años a comprar almejas? ¿Cuándo se queda un domingo a echar una mano porque hay mucha gente? Llevamos toda la vida. En mi caso, podría decirte, cuarenta años... desde que empecé vendiendo cajitas de tabaco, en la barra... Prácticamente toda mi vida ha sido la hostelería.

Me pregunta por el peso que supone la Venta de Vargas y sí, efectivamente, es un restaurante con una tradición hostelera bastante importante. Existe desde 1921 aunque fue en 1935 cuando mi tío abuelo político cogió el negocio y le puso el nombre de Venta de Vargas. Somos fieles: mantenemos una serie de platos tradicionales que son la seña de la casa. Es cierto que hay gente de por aquí que viene y te pide que innovemos en la cocina pero luego llega, por ejemplo, un matrimonio de Madrid y te dice, por favor, que no cambie nada. Pero nada de nada. Ni siquiera aquel cuadro de la pared que está algo torcido.

-Me refiero a que es un establecimiento conocido y reconocido más allá de las fronteras isleñas.

-La Venta tiene dos vertientes: la hostelera y la flamenca. También está la taurina, aunque es menos conocida. Si hablamos de la parte gastronómica hay que decir que a Catalina -la fundadora del negocio, allá por los años 20- se le adjudica la creación de las actuales tortillitas de camarones. Evidentemente, ya existían antes las tortillitas de camarones pero eran muy gruesas, con mucha harina de garbanzos, auténticos quitahambres. No eran rentables para el negocio así que Catalina las estilizó, las hizo más finas, que es como prácticamente se hace hoy en todas partes. No somos los inventores de las tortillitas de Camarones, pero sí los que innovamos la receta actual. Catalina, que era de Alcalá de los Gazules, se trajo también una serie de platos como la berza gitana o el rabo de toro. ¡Imagínate! ¡En La Isla, en aquellos tiempos, el rabo de toro no lo hacía nadie y se ha convertido en el plato estrella de la Venta! Son los mismos guisos que se han seguido haciendo todo este tiempo.

-¿Y en los tiempos de la nueva cocina cómo se lleva una carta que incluye berza gitana?

-La gente, cuando quiere comer de verdad, viene a por el rabo de toro y la berza gitana. Dése cuenta de que estos platos se están perdiendo. Antes se hacían en casa, luego -a lo mejor- los hacía la abuela o una tía de la familia. Pero ahora están desapareciendo. Hay incluso una corriente gastronómica que intenta rescatar esas recetas tradicionales. Nosotros no tenemos que rescatarlas porque las hemos mantenido siempre.

-Le preguntaba también por la popularidad del negocio, por las distinciones que acumula.

-Bueno, no tenemos la estrella Michelín ni la buscamos pero sí estamos muy orgullosos de la medalla al Mérito en el Trabajo que le dieron a mi tía-abuela, María Picardo, en 1982; de la Placa al Mérito Turístico que nos dio el Ministerio, de la Placa y la Medalla de la Provincia con la que nos distinguió la Diputación. El último gran reconocimiento nos lo dio Arzak en San Sebastián en nombre de la Federación Nacional de Hostelería por las cuatro generaciones de la misma familia trabajando en el negocio. Íbamos representando a Andalucía y fue muy bonito porque era el reconocimiento a una tradición de casi cien años.

-Luego está también la vertiente flamenca de la Venta, la leyenda.

-Tras la Guerra Civil, el flamenco encontró cobijo en las ventas, donde los cabales pasaban las noches y pagaban para escuchar flamenco. Eso hizo que alrededor de la Venta de Vargas se reuniera cada noche un grupo de cantaores de La Isla, Cádiz, Chiclana... de toda la Bahía dispuestos a actuar, buscando ese amparo de los cabales: Chato y Alvarito de la Isla, Alonso Farina, Capinetti, que era guitarrista, Beni de Cádiz, Chano Lobato... A Juan Vargas -el marido de María Picardo- le gustaba el flamenco, incluso era cantaor y tenía relación con otros artistas como Lola Flores o Caracol. Eso, a su vez, atraía a otros artistas a la Venta, como ocurrió con Camarón. Fue entonces cuando se dieron esos encuentros históricos de los que tanto se ha hablado. A nosotros no deja de sorprendernos lo que la Venta significa para muchos artistas, que vienen emocionados. Se nota que es algo especial para ellos. La Venta es una referencia, uno de los lugares más importantes del flamenco en el mundo. Un periodista noruego nos dijo en cierta ocasión que había estado en Memphis, donde Elvis hizo su carrera, y en Liverpool, con los Beatles y la mítica Caverna, y reconocía que eran lugares muy especiales. Sin embargo, añadía, nada representaba mejor al flamenco que la Venta de Vargas. Hay muchas anédotas. Hace poco nos visitó una científica rusa que se dedica a estudiar las reacciones químicas que provocan las emociones, cómo influye el arte o la música... Y nos decía que la Venta tenía esa capacidad, que las paredes estaban cargadas de esas sensaciones... Es, sin duda, un negocio con mucha personalidad.

Claro que todo esto nos lleva a la parte crítica. Hace ya 22 años que se murió Camarón y nació el mito y en La Isla no se ha hecho absolutamente nada. Y oportunidades ha habido, porque antes de la crisis había dinero y posibilidades y, sin embargo, los políticos -y hablo en general al referirme a todos estos años- no hicieron nada.

-¿Pero cree que es responsabilidad de los políticos o influyeron también otros factores?

-Bueno, ahí está el polígono de Puente de Hierro, el Parque de la Historia y el Mar. Se invirtieron millones y están abandonados. ¿De qué sirven? Con ese dinero se podría haber hecho mucho. El problema es que no se cree que el flamenco pueda convertirse en una fuente de ingresos para la ciudad. ¡Cómo es posible que La Isla no tenga todavía un festival de flamenco! No se entiende. Pasa porque los políticos que hay y ha habido entienden poco o nada de flamenco y ese es un lujo que San Fernando no se puede permitir. Ahora, que el año que viene hay otra vez elecciones municipales, le pediría a los partidos que se presentan que, por lo menos, incluyan en su equipo a una persona que sepa de flamenco, que conozca algo. Lo que no nos podemos permitir es tener a gente que ni sabe ni respeta el flamenco.

-Sin embargo, ahí está el Espacio Camarón dando sus primeros pasos, la rehabilitación de la casa natal... ¿Qué piensa la Venta de todo esto?

-La postura de la Venta de Vargas es clara: apoyamos todo lo que se haga de Camarón. Precisamente, es lo que siempre hemos querido y pretendido. Se pensó hacerlo aquí, al lado de la Venta, y nos pareció bien. Que ahora lo quieren hacer en la antigua sede de la Cruz Roja o en la Casa Lazaga, pues también. Lo que queremos es que se haga. Siempre hemos sido unos enamorados de Camarón y unos camaroneros de pro y lo que queremos es que se haga. Que venga la gente y que podamos decir en La Isla: tenemos esto. Sobre todo por la figura de Camarón, porque lo que significa. Después de tanto tiempo no nos vamos a interponer ni vamos a criticar que se haga. Lo que queremos es que se haga. Si en 22 años no se ha hecho nada, ¿ahora vamos a poner pegas?

Otro tema castañoso es el de la estatua de Camarón, que quieren llevársela de aquí. En su día, mi tía cedió la plaza de su marido, Juan Vargas, para que se colocara y durante todo este tiempo la hemos cuidado como si fuera nuestro hijo. Si ahora quieren llevársela, que se la lleven. No nos vamos a oponer ni a recoger firmas. Pero si van a trasladar la estatua nos gustaría que fuera a un sitio mejor, a un espacio destacado: la plaza de la Iglesia, la del Rey, la Alameda o el Carmen... Debería ir a un sitio mejor, pero no a uno peor. Y la ubicación que se ha propuesto, en el parque Sacramento, no nos parece que tenga la suficiente entidad para una figura de la talla de Camarón.

Otra cuestión relacionada con todo esto del Espacio Camarón es que, en su momento, se anunció la creación de una comisión formada por distintos colectivos y entidades, expertos... Y esa comisión todavía no se ha creado, aunque -suponemos- se constituirá en un futuro.

-Desde que la nueva generación de los Picardo asume las riendas de la Venta se le da también otro enfoque, más comercial, con veladas y espectáculos flamencos los fines de semana, en verano.

-En la Venta siempre ha habido flamenco, lo que ha cambiado es otra cosa. Antes, en la Bahía, había otro sistema económico y el negocio se nutría de fiestas, de comidas de la Bazán, de la Marina. Había flamenco, pero podría decirse que era a puerta cerrada. Ahora es distinto, de cara a la calle y más comercial. Además, con las redes sociales llega a más gente. Pero el flamenco es algo que la Venta nunca ha perdido ni perderá.

-También está ese Lolo Picardo comprometido activamente con el flamenco.

-De unos años para acá, en la era pos Camarón, hay un movimiento que surge en La Isla en torno a la llamada asociación La Fragua, con la revista y el programa del mismo nombre. Ese movimiento, comprometido con el flamenco, lo integran seis personas: Chico Javier, Carlos Rey, Juan Antonio Iglesias, Juan Silva, Carmen Mateo y yo. Yo diría que hemos variado el rumbo flamenco de La Isla porque era algo que estaba olvidado y nos hemos empeñado en recuperarlo y ponerlo en valor. Se han hecho muchas cosas y los resultados se están viendo: ahí están Joaquín de Sola o Jesús Guerrero. En La Isla hay mucha calidad, flamencos prometedores y muy buenos. Hay escuela. Pero el flamenco tiene que darse cuenta de que hay que abrirles la puerta a estos chavales, de que no podemos estar siempre aferrados a los mismos por muy bien que estén y muy buenos que hayan sido. El flamenco es algo vivo, que evoluciona. Lo que quiero decir es que en La Isla hay material de sobra para que la ciudad siga siendo un referente del flamenco y para que genere una actividad. Y para eso se tienen que hacer cosas, se tienen que hacer festivales y actos para que eso siga estando ahí, para que el nombre de La Isla siga estando en el mapa del flamenco. Hace unos meses presentamos al Ayuntamiento un proyecto en este sentido: 'La Isla, ciudad del flamenco', con actuaciones para el verano y demás, pero parece que no ha conseguido prosperar.

-La Isla sigue a la espera de su desarrollo turístico, que lógicamente tiene que ver con todo esto que habla.

-El déficit turístico de San Fernando es preocupante. La Venta de Vargas es un oasis, siempre lo ha sido. Pero la gente viene, come y se va. En todos estos años no se ha hecho nada. Y estamos a la cola de todos los índices turísticos: hoteles, camas... No hay prácticamente de nada. La playa no está realmente preparada para el turismo y el que viene un sábado se encuentra con que la Oficina de Turismo está cerrada, que no puede ir al cementerio a ver el mausoleo de Camarón porque tampoco está abierto. Si va a la fragua o a la casa natal de Camarón, tampoco. Si quiere ver el Panteón, le dicen que es con cita previa. La gente no tiene nada que ver en San Fernando. Y los recursos de siempre -el sector naval, la Armada- están fallando. Ya no es La Isla que vivía de las catorce cosechas. Así que tenemos que meternos en el turismo sí o sí. No nos queda otra.Y en esto está haciendo más cosas la iniciativa privada que lo público, porque nos damos cuenta de que nos morimos de hambre. En este sentido, los jóvenes cañaíllas nos estamos haciendo cada vez más chiclaneros, más emprendedores.

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