"Siempre nos hemos visto integrados"
José Miguel Morales. presidente de la estaca mormona en cádiz
La apertura hace unas semanas del nuevo templo de los mormones en la avenida Pery Junquera ha convertido a La Isla en el centro oficial de toda la congregación gaditana
La Iglesia de Jesuscristo de los Santos de los Últimos Días acaba de abrir las puertas de un flamante y espacioso templo en la avenida Pery Junquera, un proyecto en el que se han llevado cerca de quince años trabajando y que ha convertido a La Isla en la sede oficial de la estaca de Cádiz, término que para los mormones equivale a la diócesis católica. Su presidente, el isleño José Miguel Morales, habla de este nuevo centro de reuniones -así lo llaman- y de lo que supone para la congregación.
-¿Qué significa este edificio para los mormones?
-Es un sueño hecho realidad que hemos esperado muchos años. Donde estábamos antes apenas cabíamos y ni siquiera podíamos llevar a cabo algunas actividades. Lo más importante de la Iglesia no son sus edificios, sino la fe de sus miembros, su compromiso personal. Pero sin duda tener unas instalaciones así nos permite abarcar más actividades, más reuniones, recibir a más personas...
-¿Podría decirse que es un símbolo de la integración de la congregación mormona?
-Pues le diría que tanto en San Fernando como en todo Cádiz, desde años atrás, el sentimiento de integración ha sido absoluto. Verdaderamente, no hemos notado un sentimiento de rechazo o de incomprensión como mormones. Todo lo contrario. En parte es la personalidad del pueblo gaditano, que es muy abierto. Pero también que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se ha volcado con Cruz Roja, con las campañas de donación de sangre, de ayuda al pueblo saharaui, ha trabajado con mujeres deprimidas, con ex toxicómanos... Y creo que esa labor social también ha hecho ver que estamos aquí para ayudar, que somos cristianos y que nos unen muchas más cosas de las que nos separan.
-No hay tantas diferencias...
-Nos une lo más importante: todo el mundo cristiano está unido por el amor a Jesucristo. Él es una realidad en nuestras vidas. Las Escrituras se interpretan de una manera o de otra, pero la esencia -lo básico- son sus enseñanzas y eso nos une.
-En San Fernando hay dos congregaciones diferentes que rozan el medio millar de personas.
-En La Isla somos unos 400 y en la provincia en general algo más de 2.400. Nuestra ilusión, evidentemente, es fortalecer a los miembros que tenemos y sus lazos de unión. Antes hablábamos de las cosas en común que nos unen a todos los cristianos, pero también hay diferencias, matices, que son notables: los orígenes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días entroncan con el cristianismo primitivo, con la Iglesia tal y como la fundó Jesucristo.
-En una tierra predominantemente católica, donde hay un componente cultural importante vinculado a las fiestas religiosas, supongo que resulta algo complicado ser mormón.
-En absoluto. Creemos y defendemos que cada hombre pueda adorar a Dios conforme a los dictados de su conciencia. Estamos felices de ver que hay una gran comunidad de católicos. Es una cultura que muchos de nosotros hemos vivido también y hemos participado de ella, que forma parte de la personalidad de la tierra. Lo que sentimos es comprensión. Muchos de nuestros familiares son católicos y nos invitan a sus actividades. Le aseguro que no hay ningún problema con eso.
-¿Y qué significa ser mormón hoy, en esta sociedad?
-Los mormones somos miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Nos esforzamos por ser verdaderos discípulos de Jesucristo. La palabra discípulo, que procede del latín y significa aprendiz. Es lo que intentamos, aprender como piensa, siente y actúa Jesucristo para poder seguir su ejemplo. Ser mormón, si esa persona es fiel a sus convenios, es garantía de que es un hombre o una mujer honrada, íntegra, trabajadora, un buen ciudadano, dispuesto a ayudar a otro, a llevar sus cargas. Creo -no solo es como nos vemos nosotros sino también, pienso, como nos ven los demás- que el ser mormón es ser personas coherentes con lo que creen y piensan. Es desde luego lo me gustaría que reflejáramos.
-Hay una visión muy extendida que sostiene que el hombre actual está cada vez más alejado de Dios. ¿Comparte ese criterio?
-En parte sí y en parte no. Puedo entender a las personas que en determinados momentos se preguntan dónde está Dios, el porqué del dolor, de la injusticia social... Es muy comprensible. Vivimos además en una sociedad marcada por el método científico. Todo se puede medir, tocar, analizar... Para muchos Dios es invisible porque no ven su mano, no oyen su voz. El testimonio que queremos dar al mundo es que él vive. Pero todo comienza con un deseo: el deseo de creer. Si uno no tiene ese deseo difícilmente va a encontrar a Dios, pero a poco que se tenga comprobará que es una realidad en su vida.
-Hay dos compromisos por los que han destacado los mormomes en La Isla: las campañas de donación de sangre y las investigaciones genealógicas.
-Forma parte de la idiosincrasia de la Iglesia, servir a nuestro prójimo y ayudarnos. Además, la donación de sangre está tan llena de simbolismo. Ahí vamos a estar siempre. Y la investigación genealógica, que está abierta a todos aquellos que deseen consultar las bases de datos, está relacionada con la importancia que para nosotros tiene la familia. Es lo más importante de la sociedad y le damos mucho valor. Y aprender de nuestros antepasados, de las pruebas que ellos superaron, eso nos ayuda. Se refuerzan además los lazos que nos unen.
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