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Carmen Orcero | Escritora de 'Todas la palabras que nunca aprendí'

"Con esta historia quería volver a mi parte más sentimental"

  • La autora presenta su nueva novela, 'Todas las palabras que nunca aprendí'

  • Orcero hace en este obra un homenaje a las personas que emigraron en los años 70

La escritora Carmen Orcero posa con su nueva novela.

La escritora Carmen Orcero posa con su nueva novela. / Román Ríos

La literatura es para Carmen Orcero una pasión. Lo confiesa, aunque no podría ocultarlo: se recuerda escribiendo desde siempre, pero más allá de eso sus primeros recuerdos la trasladan ante el espejo, muy pequeña –"probablemente no sabría leer"–, contándose historias. Quizás, por eso, en su caso el proceso de escritura de una nueva obra comienza con "la chispa de lo que quiero contar". Una idea a la que posteriormente da forma con un trabajo concienzudo y delicado. La historia de Todas las palabras que nunca aprendí, su cuarta novela, surge del homenaje que quiso dedicar a las personas que tuvieron que emigrar en los años 70". La historia que se repite.

"Era algo que quería hacer hace mucho tiempo. Es una historia que he vivido en mi familia, toda la vida hemos convivido con ello", explica la escritora. De las vivencias de sus primas y su tía se ha servido para crear la historia de tres generaciones de mujeres. "He pillado todo lo que recuerdo de ellas y ellas me han transmitido para aderezar la historia", abunda al tiempo que matiza que no cuenta la historia de su familia. "No he querido contar su historia, primero por intimidad y segundo porque una novela necesita unas características que una vida normal no tiene. O sí", deja en el aire pensativa.

De forma natural Orcero cuenta una historia ficticia, inventada, que sitúa en Holanda, que contextualiza con esa experiencia familiar de migración. Primero fue un relato. Ahora una novela. “Hice un relato que presenté al certamen Clara Campoamor de aquí y gané un segundo premio. "Cuando fui a recogerlo, lo leí y al levantar la cabeza había señoras llorando. Algunas me dijeron que se habían emocionado porque recordaban a su familia y otras porque tenían hijos ahora en la misma situación". La historia que se repite.

"Mis primeros recuerdos son contándome historias ante el espejo, pequeña, no sabría ni leer"

Era el momento de crear esta historia, para "volver a mi parte más sentimental, que me pasó con la primera novela, a contar una historia emotiva". Se refiere a A la sombra de los tamarindos que publicó en 2013. A esa obra le siguieron El suave olor de las magnolias (2014) y Un titular para un crimen (2016).

Habían pasado tres años desde la última, algo que Carmen achaca a que "me ha pillado más complicada la vida", y no tanto al proceso de creación, porque en esta ocasión el trabajo de documentación no ha sido tan arduo como para otras obras. "Depende del tipo de novela”, destaca la autora, porque "aunque todo se documenta" cuando necesita un contexto histórico la investigación es más contundente. "En Un titular para un crimen, que transcurre en el San Fernando de 1811, y en El suave olor de las magnolias, que transcurre en el Cádiz de 1900, el trabajo de documentación resulta más complicado. Tienes que tirar de fuentes documentales, de archivos, de la prensa de la época...", detalla. Cuando son novelas más contemporáneas, deja claro, la investigación es menor: para hablar de un viaje (como en Todas las palabras que nunca aprendí), eso sí, es necesario saber cómo se llegaba a un sitio, qué se veía por el camino.

"He cogido los recuerdos de mis primas y mi tía para contextualizar una historia inventada"

La primera hora de la mañana es el momento de Carmen Orcero, cuando le gusta escribir. "Me levanto a las siete de la mañana a escribir, ese silencio en la casa, ese momento de recogimiento cuando los demás están durmiendo o se han ido ya a trabajar", describe con deleite. El mismo que siente cuando da rienda suelta a esta pasión, como define la literatura. "No puedo vivir sin escribir, para lo bueno y para lo malo, cuando tengo que contar algo bueno o algo malo, cuando necesito contármelo a mí. No me encuentro a mí misma si no es escribiendo. Incluso para analizar algo que me está pasando o que necesito cambiarlo, necesito escribirlo", dice sobre la escritura, pero evidentemente sobre sí misma.

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