Vacunas

Las enfermedades que no han podido erradicarse aunque exista una vacuna, ¿será el caso de la Covid-19?

Las enfermedades que no han podido erradicarse aunque exista una vacuna, ¿será el caso de la Covid-19?

Las enfermedades que no han podido erradicarse aunque exista una vacuna, ¿será el caso de la Covid-19? / pexels

Es un hito sin precedentes que en nueve meses estuviera disponible la primera vacuna segura y eficaz contra la Covid-19. Poco más de un año después de que comenzara a administrarse a la población, hemos pasado del escepticismo inicial a la certeza de que salvan vidas. Eso es un hecho y, por supuesto, un mérito de toda la comunidad científica. A lo largo de la historia han sido muchas las vacunas contra enfermedades, pero hasta ahora, en la historia de la humanidad, sólo hemos conseguido erradicar una: la viruela.  Se trataba de una enfermedad contagiosa aguda, causada por el virus variola, que también se caracterizó por la erupción de pústulas llenas de líquido y después de pus, repartidas primero en la cara y luego en el cuerpo de los enfermos que acababan cubiertos de costras.

 La ITFDE (International Task Force for Disease Erradication, una organización fundada en el seno del Carter Center y apoyada por la fundación Bill & Melinda Gates) es  ambiciosa y se marca siete objetivos que considera posibles: la poliomielitis, la dracunculiasis, el sarampión, la parotiditis, la rubeola, la elefantiasis y la cisticercosis. Pero, existen otras enfermedades que, pese a contar con una vacuna, nunca serán erradicables. Entonces, ¿para qué sirven?

ENFERMEDADES NO ERRADICABLES

  • De origen no infeccioso: genéticas, autoinmunes, tumorales... 
  • Fiebres tropicales: el dengue, fiebres hemorrágicas como la fiebre del Nilo Occidental o el ébola, el VIH, la gripe, la rabia, los sapovirus o los rinovirus.

Tampoco todas las infecciosas son erradicables. Para que se considere que lo son, deben cumplir una serie de requisitos, recogidos por la OMS de la siguiente manera:

  1. No deben existir reservorios no humanos: los seres humanos deben ser fundamentales para el microorganismo, que no tendría en este caso otros reservorios y no se multiplicaría en el ambiente (cuando nos referimos a enfermedades animales, se aplicaría a la especie o especies afectadas por la enfermedad).
  2. Deben existir medios prácticos de diagnóstico con suficiente sensibilidad y especificidad para detectar aquellos niveles de infección que conduzcan a la transmisión de la enfermedad.
  3. Debe existir una estrategia eficaz de intervención y dispensación, capaz de interrumpir la transmisión del organismo.

Teniendo esto en cuenta, podemos descartar muchas de ellas. El SARS-CoV-2, enfermedad causante de la actual pandemia de covid-19, no cumple ninguno de los dos primeros criterios, y está por ver que se cumpla el tercero.

Existen otras condiciones para que este escenario se produzca:

  • Que no haya casos asintomáticos: que no haya personas que no saben que están infectadas y transmitiendo el virus.
  • Que no haya casos crónicos: que no sea una infección que se extienda por toda la vida del paciente
  • Que no hayan reservorios animales: porque uno puede controlar la infección en los humanos pero la infección se mantiene en animales. 

Entonces, ¿para qué sirven las vacunas?

Las vacunas contra el COVID-19 aprobadas hasta ahora son todas efectivas. Si una persona vacunada entra en contacto con el SARS-CoV-2, existe una alta probabilidad de que no se enferme, al menos de forma grave. Y esro último es el quiz de la cuestión. Tras meses de confinamiento estricto, distancia social, medidas de higiene y otras muchos hábitos que nos asaltaron de la noche a la mañana, las vacunación puso un punto de esperanza y luz al fin de la pandemia.

Al principio, tan inexpertos como ansiosos, la población creyó en la idea de que la vacuna sería efectiva para prevenir la infección por completo. Sin embargo,  ahora, tras experimentar unos efectos positivos en la curva de contagios que afianzaron esta creencia, Ómicron y la sexta ola nos las arrebataron de un golpe. 

El caso ideal sería la llamada "inmunidad esterilizante" a través de las vacunas, porque estas protegen a las personas del contagio, y los vacunados no pueden transmitir el virus, porque no lo tienen en su cuerpo. Este es un aspecto importante para la inmunidad de rebaño.

Sin embargo, la inmunidad esterilizante no se ha podido comprobar aún en las vacunas contra el coronavirus. La inmunidad ''funcional'', no protege hasta la fecha la infección. 

Eso sí, los beneficios también son vitales. Desde la web del Gobierno de España, en su apartado de estrategia de vacunación, indican:

''El principal objetivo de la vacunación es prevenir el COVID-19 y disminuir su gravedad y mortalidad, protegiendo especialmente a aquellos grupos más vulnerables. La vacunación es doblemente importante ya que protege directamente a cada persona vacunada, pero también protege de forma indirecta al resto de la población.'' y, continúan, ''cuantas más personas se vayan inmunizando, menor probabilidad habrá de que el resto (en particular los más vulnerables a padecer enfermedad grave) se expongan al virus, o al menos a altas cargas víricas''.

Ya sabemos que  liminar muchos padecimientos en determinados territorios, o reducir al mínimo su incidencia en humanos 

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