En el cáncer de mama HER2-positivo se expresa un gen llamado HER2 que favorece una forma agresiva de la enfermedad. El subtipo HER2-positivo se asocia a un mal pronóstico, señala la universidad en una nota. Lo que amenaza la vida de la mayoría de las pacientes con cáncer es el poder de las células tumorales para diseminarse y, por tanto, hacer metástasis en otros órganos, lo que puede interferir en las funciones vitales del organismo.

Las dianas terapéuticas son alteraciones en el genoma de un tumor para las que disponemos de fármacos que van dirigidos contra ellas. Estos tratamientos, que sólo funcionarán en los pacientes con una alteración concreta, inactivan algunas de las maneras que tienen los tumores para crecer. 

Nuevas esperanzas

Cada vez más, la medicina personalizada ha generado muchas esperanzas para las pacientes que expresan el gen HER2, pero las recaídas son frecuentes, según las mismas fuentes.

La inmunoterapia es una vía importante para tratar a estas pacientes resistentes a los fármacos, pero hasta ahora con pocos beneficios aparentes. Por ello, los investigadores tratan de profundizar en el conocimiento del entorno inmunitario de los tumores y, de este modo, orientar mejor los tratamientos.

El principal enemigo: la hipoxia

Con esta idea, el equipo de Marie-Anne Goyette y Jean-François Côté estudió un importante fenómeno de los tumores sólidos denominado hipoxia.

La hipoxia se manifiesta por la falta de oxígeno provocada por el rápido crecimiento del tumor y conduce a la producción de metástasis, al debilitamiento del sistema inmunitario y a la resistencia al tratamiento.

Al hacer que los tumores sean más agresivos y reducir la capacidad del organismo para defenderse, la hipoxia favorece la progresión del cáncer, que puede ser mortal para las afectadas.

En un modelo preclínico, el equipo identificó una proteína llamada AXL cuya acción es crucial para que se produzca la hipoxia. Al bloquear la acción de esta proteína en el tumor utilizando varias técnicas novedosas, el equipo observó una recuperación de los vasos sanguíneos y una revitalización del entorno inmunitario del tumor.

El bloqueo de la acción del tumor también redujo su capacidad de metástasis en otros órganos. "Es como si hubiéramos conseguido, por un lado, derribar las paredes protectoras del tumor contra el sistema inmunitario, haciéndolo así más vulnerable a los tratamientos inmunológicos, y, por otro, impedir que el tumor se desplace a otro lugar", afirma Goyette.

"No sólo hemos arrojado luz sobre un mecanismo central del funcionamiento de algunos de los tumores más agresivos, sino que al hacerlo también hemos desvelado una forma de crear un entorno propicio para tratamientos más eficaces", concluye Côté.