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PUERTO REAL

"Si no hay solución a nuestro problema iniciaré una huelga de hambre"

Paco González, en la silla de ruedas que utiliza, junto a su hermano Manuel, en la calle Malagueñas

Paco González, en la silla de ruedas que utiliza, junto a su hermano Manuel, en la calle Malagueñas / C. P. (Puerto Real)

Meses después de que la familia del puertorrealeño Paco González Sánchez denunciase la situación que este atraviesa por los problemas de accesibilidad de la calle en la que reside, la situación no ha cambiado.

La calle Malagueñas de Puerto Real sigue siendo una trampa para personas con movilidad reducida. 48 escalones de principio a fin para atravesar el tramo que conecta las calles Amargura y San Rafael. En el centro de ella vive Paco, quien tiene serios problemas de movilidad que lo mantienen atrapado en su propia casa.

Desde que Diario de Cádiz se hizo eco de su problema, el Ayuntamiento de Puerto Real se comprometió a buscar una solución, pero la familia del vecino afectado lamenta que no se ha conseguido nada.

Manuel ayuda a su hermano Paco a subir la escalera de la calle Manuel ayuda a su hermano Paco a subir la escalera de la calle

Manuel ayuda a su hermano Paco a subir la escalera de la calle / C. P. (Puerto Real)

“Desde hace más de un año vengo hablando con el Ayuntamiento pero no hemos conseguido nada”, lamenta Manuel González, el hermano de Paco que le asiste cuando este tiene que salir para, por ejemplo, ir a la consulta de un médico. “Con la señora alcaldesa, Aurora Salvador, hablo todos los meses y la respuesta siempre es la misma: que van a intentarlo y que a través de la empresa pública de suelo y vivienda (EPSUVI) hay unas ayudas de rehabilitación que en concurrencia competitiva pueden llegar a financiar hasta el 80% de la inversión”, recuerda Manuel. Sin embargo, para la familia es “inexplicable” que una calle con nula accesibilidad “tenga que ser arreglada con el dinero de los vecinos que ya pagamos impuestos”. Creen que la solución debe pasar por adaptar la calle con una obra financiada por el Ayuntamiento de Puerto Real al  100%.

Hay que recordar también que el Ayuntamiento ya informó a la familia en el pleno municipal, a través de  la concejala de Servicios Sociales, Lorena Díaz, que esa convocatoria de ayudas a la que se podría optar, se podría solicitar entre los meses de febrero y marzo, que es cuando se abriría el plazo, y que el 20% restante lo asumiría el Ayuntamiento, por lo que ni la familia ni los vecinos tendrían que pagar el 20% restante.

Sin embargo, la desesperación de la familia es tal que ya han tomado una drástica decisión. “Si en el plazo de 15 días no hay una solución definitiva a nuestro problema iniciaré una huelga de hambre en el interior de la iglesia hasta que cumplan con mi hermano los derechos que le corresponden como ciudadano, que es sencillamente el libre acceso a salir a la calle de forma autónoma y no estar encerrado en su vivienda”, adelanta el hermano de Paco, Manuel González Sánchez.

Vivir separado de la vida por 48 escalones

Para Paco González Sánchez la vida es eso que pasa entre los muros de su casa. Hace ya mucho que no sale de ella si no es para una cita médica. “No quiero estar molestando a mi hermano, a mi cuñado o a un chaval que vive ahí enfrente cada vez que tengo que ir al médico”, dice con cierta tristeza. Lo de salir un rato al paseo marítimo que tiene frente a su casa o a disfrutar de un día con su familia, es algo que ni se plantea y que ya tiene casi olvidado.

Paco es una de esas personas prisioneras en su propia casa, situada en la calle Malagueñas. Un pequeño tramo que une las calles Amargura y San Rafael, y que más que una calle es una escalera de 48 peldaños. La casa de Paco, junto a la de otros tres vecinos, está justo en el medio de ella. Así, cuando sale de casa, tiene que decidir si sube 28 escalones para acceder a la calle San Rafael o baja 20 para llegar a Amargura. En ninguna de las opciones lo tiene fácil.

Paco tiene 65 años. “Una persona muy joven todavía, me ha dicho la doctora”, dice. La diabetes que padece le ha generado varios problemas. El más grave, la amputación de parte del pie izquierdo que le impide caminar. “Por casa me muevo en la silla de ruedas, pero es imposible salir a la calle con estas escaleras”, lamenta.

Desde hace ya casi un año su familia está movilizándose para que el Ayuntamiento ponga remedio a esta situación, ya que, según recuerdan, “esta es una calle del Ayuntamiento, no de la comunidad de vecinos”. De hecho, como propiedad del Consistorio figura la vía en el ‘Catálogo de Bienes Inmuebles’ del Ayuntamiento.

“En el Ayuntamiento dicen que entienden la situación pero que no hay dinero”, explica Manuel González, hermano de Paco. “Me he reunido con la alcaldesa y también tomé la palabra en el pleno para explicar la situación de mi hermano porque necesita una solución y ya no podemos seguir esperando mas”, insiste.

La alternativa que hasta ahora ha recibido esta familia es inviable para ellos. “Nos han visitado de la EPSUVI (Empresa Pública de Suelo y Vivienda) y nos han dicho que podemos optar a una subvención de accesibilidad, que sería de un máximo de 18.000 euros, pero el resto lo tendría que pagar mi hermano o entre los cuatro vecinos y eso no es posible”. “Yo lo que cobro son 800 euros después de casi 40 años trabajando de camarero y no puedo pagar eso. Además de que es una calle del Ayuntamiento, no mía”, dice Paco.

Cuando Manuel expuso el problema de su hermano en el pleno municipal, recibió una respuesta de Lorena Díaz, concejala de Servicios Sociales. “Entendemos la situación y apostamos por hacer accesible todo el municipio. Es verdad que la primera herramienta que tenemos es esta convocatoria de ayudas de accesibilidad que financian un 80%. Es un primer paso y la EPSUVI se compromete para ayudarle a presentar la solicitud, cuyo plazo se abre  entre febrero y marzo”, explicó Díaz. También se comprometió a que el Ayuntamiento haría lo posible para “asumir ese 20% restante”.

Aunque esta ayuda sea un primer paso, hay muchas dudas al respecto. Desde el tiempo que puede tardar la tramitación y la concesión, hasta la posibilidad de que no se apruebe, ya que es una convocatoria de ayudas en concurrencia competitiva. También existen serias dudas de que un particular, en este caso Paco González, sea quien tenga que solicitar la subvención para intervenir en un espacio que es cien por cien municipal.

Por otro lado, los propios vecinos de esta finca aseguran que, en su origen, cuando la EPSUVI construyó las viviendas, ellos llegaron a ver los planos de una rampa que salvaba las escaleras, que nunca se llegó a crear. “Yo así no puedo seguir porque las paso canutas para bajar y para subir. En cada escalón veo las estrellas”, lamenta Paco.

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