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CORONAVIRUS CADIZ

Puerto Real: El comercio se queda solo en una "tarde perdida"

  • Se adelantan horarios y se amplían jornadas que, de momento, no tienen respuesta de los clientes

16:00 horas. “¡Qué cosa más rara!. Es como un día de Reyes, pero sin gente”. Así definía la dependienta de Almacenas Amaya, el comercio textil más antiguo de Puerto Real, la extraña jornada del martes, la primera en la que el comercio trabaja bajo las nuevas medidas para frenar el avance del coronavurus.

Ha sido así, todo el comercio unido para establecer una jornada continua o abrir a las cuatro de la tarde, tal y como hacen el cinco de enero, pero la diferencia es que “no hay un alma en la calle”. 16:30 horas. Se levanta la baraja de la joyería “La Boutique de la plata”. José Antonio Pantoja ha decidido probar a esa hora porque cree que antes “no habrá nadie en la calle”. Se lo confirma Nina, propietaria de una tienda de ropa que asegura que la tarde “está perdida”. No hay mucho movimiento. “Las mañanas siempre son más fuertes que las tardes, pero es que en este horario no hay nadie en la calle. He abierto porque el virus no va a poder más que yo y no quería quedarme en casa pensando en que tengo el negocio cerrado, pero pienso más en la luz que estoy gastando que en otra cosa”, dice.

En la céntrica calle De la Plaza, Geli Expósito trabaja en su tienda de telas desde las 09:30 horas. “Hemos optado por el horario ininterrumpido, pero entre las dos y las cuatro y pico no he visto a nadie pasar. Nosotros no estamos acostumbrado a este horario y los clientes tampoco”. Geli espera que la cosa cambie. Tampoco tiene esa costumbre Anabel Alcedo, quien pasa la hora muerta que la lleva a las cinco de la tarde intentando hacer unos vídeos con las ofertas de Calzados Piecitos para subirlo a las redes sociales. “En toda la tarde solo ha venido una clienta que me prometió que vendría para hacerme compañía. Si vemos que la cosa sigue así a lo largo de esta semana nos limitaremos a las mañanas”, dice con resignación.

A punto de dar las seis, en la cafetería La Trufa, en calle nueva, se apuran los últimos cafés mientras se recoge la terraza. Su gerente, Francias Mel, presume de “la única cascada de chocolate de la zona” y se niega a seguir lamentándose porque “así no vamos a ninguna parte”. Reconoce que el nuevo horario para la hostelería es “otro palo” y que ya no sabe cuántos llevan.

Cerca de él empiezan a caer barajas: Calzados Vanessa, el estanco de Chelo (“porque ahora resulta que no somos esenciales”) y la mayoría del comercio. Ultima unos pedidos Lourdes Pineda, en la Librería ‘El Aprendiz’, y cuando a punto está de echar el cierre, se entera de que sí puede abrir su negocio mas allá de las seis de la tarde. “Esto es un jaleo, creíamos que sí podíamos, después nos dicen que no, y ahora que sí. No sé muy bien lo que vamos a hacer, la verdad, queremos abrir pero tampoco quedarnos solos en la calle”.

Salvo la farmacia, una carnicería y una frutería, la calle De la Plaza se apaga. Los comercios cierran en plena tarde y es poca la gente que pasea por la principal arteria comercial. En ese momento, Tere Mejías, que regenta una preciosa tienda de decoración y artículos de regalo, reflexiona en voz alta. “Ahora también es momentos de esto”, dice mientras enseña un cartel que anima a realizar las compras en el comercio de proximidad, en el barrio. “Seguro que hay gente que nos descubre ahora que no pueden salir del municipio, espero que así sea porque aquí estaremos encantados de atenderles con una sonrisa, que pese a todo, no la vamos a perder”.

18:00h. La principal vía comercial se viene abajo. Apenas pasea gente. El toque de queda parece que se adelanta cuatro horas, al menos, en el ánimo.

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