La tribuna

Asfixia de empresas y trabajadores

Asfixia de empresas y trabajadores
Rosell
Julián Aguilar García
- Abogado

Lo que a continuación les desarrollo no deja de ser una mera simplificación, por supuesto, pero creo que significativa. No explica por completo la conclusión a la que llegaremos, pero es relevante para ello, como confío que entenderán.

Según el Instituto Nacional de Estadística, controlado a placer por este Gobierno de nuestras entretelas, que tanto se desvive por dar solución a nuestros problemas, el coste laboral en España ha pasado, de principios de 2022 al último trimestre de 2024, esto es, en algo menos de tres años, en los sectores de industria, construcción y servicios, de 32.748 a 39.096 euros de media por trabajador y año. Esto es, una subida de bastante más del 19% en esos tres años.

Según el mismo INE, el salario bruto medio en 2022 era de 26.945 euros (a eso, el trabajador tenía que quitarle los impuestos que le tocaba pagar, sea de inicio, como retención, o sea después, al hacer la declaración del IRPF). Y el salario medio en el año 2024, último ejercicio del que se ha publicado este dato, fue de 28.627 euros brutos al año. Subida de poco más del 6%.

Y, otra vez según el INE, en ese mismo período los precios han subido un 12,7%. Si hablamos de IPC en general, no de vivienda u otros, claro.

Resumen: el sueldo sube el 6%. Los costes salariales para la empresa, el 19%. Más del triple. La diferencia, en gran parte, crecientes tributos con distinta etiqueta. Y los precios han subido un 12,7%, el doble que los sueldos, pero la mitad de subida que los tributos. Quien siempre gana, más y más, es Hacienda, como ven.

A la empresa cada vez le cuesta más producir. Hay muchas razones para ello. Una, la insoportablemente expansiva y cara burocracia española y bruselense que no sólo cuesta dinero mantener, sino que únicamente parece tener ideas que incrementan costes y colocan a las empresas europeas en peor situación competitiva. Un segundo ingrediente es el precio de la energía, superior al de otros países, algo que presumiblemente empeorará con la fantástica idea del Gobierno de cerrar las nucleares porque no conviene que la realidad ni el sentido común frenen la ideología por superada que ésta esté. Un tercer motivo es el mayor precio de materias primas, porque sus productores tienen los mismos u otros problemas y además hay periódicamente problemas políticos o de seguridad internacional que complican la cadena de suministros. Podríamos seguir añadiendo componentes que explican el incremento de costes de las empresas. Pero, desde luego, uno muy importante radica en que nuestros queridos gobernantes, a los que nunca ponderaremos suficientemente, qué buenos son, es que no nos los merecemos, suben exponencialmente los tributos y aportaciones varias, de particulares y de empresas, al elefantiásico Estado (que incluye todas las Administraciones).

Con todo ese cóctel, quién pillara un dry martini o un negroni en vez de un IVA o un IBI, las empresas ven como o se quedan sin márgenes y cierran y/o repercuten la subida de costes en sus precios, con lo que a su vez o bajan las ventas (lo que, si es en porcentaje relevante, les puede llevar también a cerrar o al menos a reducir plantilla, inversiones o planes de expansión, etc.) o consiguen que los clientes lo asuman, lo paguen. Empobreciendo a los clientes, claro, y enriqueciendo otra vez al Estado (círculo tributario virtuoso lo llamará María Jesús Montero, acaso), porque toda venta lleva aparejado uno o más impuestos.

Normalmente, la empresa sólo en parte y sólo a veces puede subir los precios. De ahí que el IPC haya subido en ese período un 12,7% y no tanto como sus costes laborales.

Y así vamos, año tras año, con la Administración (encabezada en lo tributario por el Gobierno central) más y más grande (¿para qué?, para nada confesable, desde luego) y más gastosa (pese a que da un servicio cada vez peor), unas empresas con más problemas y precariedad y una población cada vez más pobre (y me remito al reciente informe Foessa cuyos datos nadie serio pone en duda).

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