Ussía siempre

07 de diciembre 2025 - 03:08

De Alfonso Ussía están hablando muy bien muchísimos otros, así que puedo reconcentrarme en una emoción. La que me produce que haya estado escribiendo artículos hasta el último momento y más allá. Porque, cuando ya no podía escribirlos, se los dictaba a su hija. Los articulistas de raza, como Simón el Estilita, no se bajan de la columna. Entre nosotros están los casos de González-Ruano, Camba o José María Pemán. De fuera, Umberto Eco o Ryszard Kapuściński.

El caso de Ussía muestra una peculiaridad. Seguía escribiendo con una ironía punzante o una coña marinera o un descacharre mordaz a pesar de la enfermedad y las limitaciones. (Además, yo, al leerle, escuchaba de fondo las risas añoradas de mi madre o de mi abuelo). Su guasa tiene, por tanto, el valor de prueba de la existencia del alma. Cuando el cuerpo no está para alegrías, la alegría brota de otra parte, intocada por la queja. Cantaba Ella Wheeler Wilcox: “It is easy enough to be pleasant,/ When life flows by like a song,/ But the man worthwhile/ is one who will smile,/ When everything goes dead wrong”. En traducción mía: “Cuando la vida va de dulce/ ¡qué fácil ser encantador!/ pero el que lo es, lo sigue siendo/ aunque no pueda irle peor”.

Naturalmente, aquí cuenta bastante la buena educación. Quejarse –supongo que lo dejaría caer en su Tratado de las buenas maneras– es de pésimo gusto. También cuenta la herencia genética. Ya se sabe que su abuelo portuense, Pedro Muñoz Seca estuvo riéndose hasta en la cara del pelotón de su fusilamiento: “Me da la impresión de que no tienen ustedes la intención de ingresar en el círculo de mis amistades”, les espetó a sus asesinos. Pero sobrenaturalmente, ese buen humor en las circunstancias más graves demuestra que el alma sobrevuela por encima de los contratiempos.

Y demuestra, de paso, otra cosa. Que la gracia no era un recurso literario o un burladero periodístico, sino una manera irrenunciable de ser. Los columnistas verdaderos siguen escribiendo hasta el final porque para ellos escribir es la forma en la que respira su intelecto y la luz que brilla cuando abren los ojos a la realidad. Un sinónimo de estar exactamente aquí. Por eso, por la física de los vasos comunicantes, es tan fácil verlos y leerlos vivos en sus textos después, esto es, ahora, o sea, Ussía, siempre.

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