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Tribuna de opinión. historia

Jesús Núñez. Investigador

Los sobornos británicos y el general Varela

NOcree la Sección haberse dejado llevar de pesimismos exagerados en este modesto trabajo, pero si ha pretendido dominar a la vista de las cifras, severas pero elocuentes, la euforia de la victoria, que si bien legítima, debe servir, no para entregarse a optimismos suicidas, …".

Esta frase está extraída de un extenso y minucioso informe secreto de 63 páginas, fechado el 19 de junio de 1940 y elaborado por el teniente coronel jefe de la 6ª Sección del Estado Mayor del Ejército para su ministro, el general Varela. Refleja perfectamente cuál era el desfavorable pensamiento técnico-militar español de la época ante la hipotética entrada de España en guerra al lado de Alemania, Italia y Japón.

España había sufrido una contienda civil de casi tres años de duración con la victoria del bando que había recibido una trascendental ayuda militar por parte de Alemania e Italia. Pero el esfuerzo que ello había supuesto y el desgaste padecido incapacitaban a España para embarcarse en proyectos o aventuras bélicas de cualquier clase y sobre todo de la envergadura de la que se estaba extendiendo por medio mundo, más allá de los Pirineos.

Entrar en guerra hubiera sido suicida para España, a pesar de que por aquel entonces alemanes y japoneses parecían invencibles. Y eso Franco lo sabía gracias a informes que le proporcionaron desde diferentes fuentes, siendo la de su ministro del Ejército una de las más cualificadas y de mayor confianza.

Ahora, siete décadas más tarde, la noticia, de momento más sensacionalista que rigurosa en toda su extensión, de presuntos 'sobornos' a generales del entorno de Franco ha supuesto un tornado informativo que cuando se desvanezca veremos en que se queda, aunque hacer daño, ya lo ha hecho y mucho.

Historiadores e investigadores ya teníamos conocimiento desde hace años de que se habían pagado importantes cantidades de dinero a algunas personas del régimen franquista, generales entre ellos, para evitar que España entrara en guerra al lado de Alemania. Incluso ciertos nombres ya se sabían.

Ello no es extraño y casos hay en la historia respecto a otros conflictos armados. Comprar voluntades de propios, aliados y enemigos es algo tan viejo como la propia existencia de la guerra.

Pero antes de poner nombres y apellidos junto a cantidades económicas supuestamente percibidas, hay que acceder, analizar, estudiar y contrastar esos cuatrocientos documentos que acaba de desclasificar la inteligencia británica. Y una vez que se haya hecho, la historia pondrá a cada uno en su sitio y nos aclarará un pasaje más de los muchísimos que todavía permanecen en tinieblas.

Que Varela era contrario a entrar en guerra no era entonces ningún secreto, pero no sólo ya por convicción personal, sino por lo suicida de dicha apuesta, tal y como venía asesorándole el Estado Mayor del Ejército desde muchos meses antes de que el embajador británico comenzara a enviar mensajes a Londres.

Los informes desfavorables, que bien seguro debieron ser despachados por Varela con Franco, al menos en su conjunto o síntesis, pueden consultarse en la sección Capitán General José Enrique Varela Iglesias del Archivo Histórico Municipal de Cádiz. Concretamente en la sección Documentos del Ministerio del Ejército, subsección Armamento, caja nº 115. Todo ello, gracias al convenio suscrito el 20 de mayo de 2003 entre los hijos del bilaureado militar y la alcaldesa de la capital gaditana.

La carpeta inicial, con el sello en tinta roja de 'Secreto' en su parte central, tiene rotulado el título de Material de Guerra. Existencias y necesidades, siendo su productor la 6ª Sección del Estado Mayor del Ejército. Todo su contenido lo analicé y desmenucé a lo largo de una serie de nueve extensos artículos publicados entre enero y septiembre de 2005 en la hoy desaparecida revista Armas.

Si es verdad que los británicos pagaron dos millones de dólares a Varela para que influyera ante Franco, demostraron ser poco inteligentes, ya que aquél estaba convencido de antemano para la causa.

Otra cosa muy diferente es que los servicios de inteligencia británicos, al igual que los alemanes, compraran voluntades, informaciones e incluso corazones, pues para eso están, y más en tiempos de guerra. Sin embargo, dar y publicar con nombres y apellidos el listado de beneficiarios, es otra cosa.

Evidentemente es fácil difamar a quien no se puede defender por no estar ya en vida. Por eso es necesario que historiadores e investigadores hagamos bien nuestro oficio y esos documentos desclasificados sean puestos en valor, tras ser exhaustivamente analizados y contrastados.

La historia ha enseñado que no siempre es el responsable de determinados hechos ni beneficios, quien aparece citado en un documento, habiéndose utilizado en ocasiones, por el contrario, su nombre y cargo en beneficio de un tercero, sin conocimiento del propio interesado.

He estudiado durante años la figura de Varela, con sus luces y sus sombras, y sinceramente no me da el perfil de quien en contra de su propia honestidad, cobra tan suculenta e importante cantidad de dinero, y máxime por apoyar algo de lo que ya estaba convencido. No era su estilo.

Que en los documentos de la inteligencia británica debe haber mucha verdad, no se puede cuestionar hasta que se pongan en su verdadero valor, pero de ahí a que todos los que se citan hayan percibido tales cantidades de dinero, es otra cosa.

No sería la primera vez que terceras personas, mensajero e incluso ideólogo incluidos, engordan la nómina o el listado de beneficiarios con el fin de sacar mayor tajada. Los manipuladores y las manipulaciones son tan viejos como la propia humanidad.

Personas deshonestas siempre existieron y siempre intentaron borrar su rastro, pero para eso están los investigadores serios y rigurosos. Esperemos que pronto haya quien acceda, analice, estudie y contraste los documentos clasificados, para que una vez publicadas sus conclusiones, la historia ponga a cada uno en su sitio, sea el que sea, pero el que realmente le corresponda.

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