Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Los pueblos blancos

VILLALUENGA del Rosario y Benaocaz han estado aisladas por la nieve. No me canso de mirar las fotos en el Diario y en el Facebook de mis amigos Hetepheres y Jesús Rodríguez Arias, que se han afincado en Villaluenga, ellos que saben. Mi placer es inmenso; y, tras sentirlo tanto, me toca analizarlo, porque como dice el poeta Enrique Andrés Ruiz: "Ahora son necesarios/ la justificación y el pensamiento".

A simple vista, está la estética. Qué fotogénica es la nieve. A través del objetivo, el frío no pasa, pero sí su belleza inmaculada con un relumbre de azul invisible, interior, futuro. Si en cualquier solar urbano, al extender la nieve su manto misericordioso, hasta los escombros se salvan, antes de esconderse; no digamos lo que hace una buena nevada en nuestros pueblos de la Sierra, bonitos de por sí, incluso bajo los focos de la canícula minuciosa de julio.

Ese "nuestros" me da otra pista. Es posible que en mi sentimiento intervenga un orgullo provincial. Estoy con Ortega y Gasset en que "la vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada." Que nuestra provincia, tan playera, ofrezca estampas propias de Suiza, con carreteras de montaña cortadas y pueblos blancos (en otro sentido que el habitual), cubre otro tramo del camino hacia la plenitud. Cádiz no renuncia a nada.

Y las "carreteras cortadas" son otra pista, quizá definitiva. ¡Oh, el aislamiento y la incomunicación! Vivimos saturados de informaciones, casi siempre malas. El refrán No news, good news con que los ingleses se consuelan (con razón) cuando no tienen noticias de sus seres queridos, parece que es al revés para periodistas y columnistas: Good news, no news, esto es, que si las noticias son buenas, no son noticias, ay. Por eso, aunque tenemos que estar al tanto de lo que pasa, qué aguda nostalgia de algo de misericordiosa incomunicación. Y más aún un lunes por la mañana -el día de la semana, las horas del día- en que arrecia el deseo ancestral de que una buena nevada nos retenga en la cama o junto a la chimenea.

Es un deseo no tan perezoso como sabio. Francisco de Quevedo se regodeaba "retirado en la paz de estos desiertos"; y Andrés Fernández de Andrada proclamaba que "un ángulo me basta entre mis lares,/ un libro y un amigo". Pero la vida no nos da cuartel y nosotros nos consolamos soñando que nos rescatan (nos recluyen) las altísimas nieves de Villaluenga y Benaocaz.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios