
El Palillero
José Joaquín León
Memorias de un tiempo ganado
Su propio afán
El pasado jueves escribió Rafael Sánchez Saus un artículo necesario. Llamaba la atención sobre el informe de más de 500 páginas de una comisión de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos sobre el coronavirus. Sus conclusiones son escalofriantes. La creación fue intencionada, aunque la misma OMS lo ocultó en connivencia con el gobierno chino. La gestión mundial fue desastrosa, poco científica, nada democrática y ruinosa. Las vacunas son un agujero negro. Y nadie está asumiendo responsabilidades. Aprovechando el día, podríamos hablar de una tétrica inocentada global.
No me extraña que sea un historiador como Sánchez Saus el que dé la voz de alarma. Por vocación y oficio, los historiadores saben que esclarecer los hechos y depurar las responsabilidades del pasado es vital para el presente y para el futuro. Nos distraen ya otras preocupaciones: ¿cómo sorteará Sánchez los escándalos de corrupción que le estallan cada vez más cerca?, ¿cómo recomponer nuestra economía familiar?, y los pequeños (gracias a Dios) quebraderos de cabeza cotidianos y/o íntimos.
Sin embargo, con el esclarecimiento del coronavirus nos jugamos muchísimo. Primero, el respeto a los organismos que nos gobiernan. Si ellos no se preguntan qué hicieron mal y cómo, cuánto, quién y por qué, su desfondamiento moral será irremediable. Y ya sabemos que el poder sin autoridad es nuda violencia, por más ropajes institucionales con los que trate de esconderse.
Todavía peor es que les pase una de Pedrito y el lobo, cuento clásico tan poquísimo leído por nuestros poderosos, que están ocupados con Harari, Thomas Piketty y Naomi Klein, y así les/nos va. Imaginemos que viene una pandemia global o cualquier otra amenaza planetaria. Tal y como estamos de escamados, tendrán muy difícil arbitrar una estrategia común. ¿No eran tan partidarios de las vacunas? Pues aquí tienen un excelente ejemplo de una vacuna ética que salvaría vidas.
Por último, hay que ver quién se ha llevado la pasta. Que en el río revuelto de la pandemia mundial hay quien ha tenido una ganancia de pescador sinvergüenza, no lo duda nadie. O se entra a fondo en el tinglado que sugieren estos informes, como pide Sánchez Saus, o no saldremos de un fondo muy oscuro. Si no les gustó mi comparación con una inocentada (que a mí tampoco), es esencial que se depuren las responsabilidades y que se señale a los culpables de tanta víctima inocente de aquello.
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