La aldaba
Qué clase de presidente o qué clase de persona
Alos que no hemos tenido muy claro nunca eso que llaman la “corresponsabilidad fiscal”, nos cuesta aceptar de buen grado los bandazos que van dando las distintas comunidades autónomas según el tiempo y la ideología. ¿Por qué unos territorios de la misma nación en la que se presume la igualdad tienen criterios distintos a la hora de exigir la tributación? ¿Por qué unos con mayor poder adquisitivo pueden llegar a pagar menos impuestos, según el lugar de residencia? ¿No sería más lógico que todos tributásemos bajo el mismo criterio, y después lo recaudado se distribuyera entre los territorios de acuerdo a una ley de financiación justa y razonable?
La delegación de las facultades de recaudación en las comunidades autónomas, mediante la cesión del IRPF en distintos grados, tiene el riesgo de poner en manos del poder autonómico medidas que, aparte de la descarada motivación electoral, a veces incluso dan lugar al estupor, cuando no directamente al cachondeo. Yo, viendo el estado lamentable de las calles del barrio a primera hora de la mañana, pensaba en mi ingenuidad que lo lógico sería gravar a los dueños de los dichosos perros (perdón, mascotas) que se mean en las aceras con una tasa, pero lo que me encuentro es un video del presidente Juanma abrazando un caniche (o lo que sea) anunciando sonriente la aprobación por su Gobierno de una deducción de cien euros en el impuesto. Por no hablar de esa otra deducción por ir al gimnasio, opción muy saludable, quien lo duda, pero que en todo caso entra dentro del ámbito personal y de ocio de cada persona. ¿Y los que juegan al tenis dos veces por semana? ¿Y los cincuentones que todavía aguantan las carreras de los niñatos de botas relucientes en esos partidos de fútbol de los lunes? Premiar con menos impuestos por meras opciones vitales que no tienen un impacto directo sobre la comunidad no solo no tiene justificación, sino que abunda en la sospecha de la gratificación interesada, aparte de frívola.
Por eso, bien harían los gobernantes que todavía tenemos por serios en aplicar políticas que a abunden en las verdaderas necesidades de los ciudadanos como la vivienda, la educación o la salud en sus aspectos menos genéricos (mucho más sentido tiene la ayuda a los celiacos, por ejemplo) articulando con ello un sistema tributario justo y equilibrado, que es realmente de lo que se trata.
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