Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Sevilla, su Magna y el ‘after’
Tantas cosas que son verdad...: que Pedro Sánchez y el PSOE en pleno negaron la posibilidad de la amnistía a los presos y acusados por el ‘procés’, e incluso la consideraban imposible por inconstitucional; que no habrían cambiado sin complejos de opinión si no hubieran necesitado los siete votos de Junts para la investidura, es decir para continuar en la Moncloa; que afirmaron que traerían de vuelta a España a Puigdemont y que este sería juzgado por sus delitos... Y tantas otras que también lo son y que deberíamos tener en cuenta, pienso, antes de seguir en la inútil y titánica tarea de pretender expulsar del país al presidente, o simplemente de colgarlo por los pies entre gritos de “traidor”.
Y entre esas otras cosas que tendríamos que evaluar si son buenas o no están algunos hechos también verdaderos: por primera vez en la historia reciente los independentistas no son mayoría en el Parlament, y también por primera vez son mayoría los que no exigen un referéndum; los nacionalistas siguen, como era de prever, pidiendo la independencia y reclamando el paso previo de esa consulta popular, pero ya han dejado de hacerlo por las bravas, es decir lo que se llama vía unilateral y que fue lo que desembocó en el ‘procés’. Es decir que, aunque no lo van a reconocer públicamente, se han sometido a las normas constitucionales, por más que estén en su derecho de seguir aspirando a cambiarlas.
Que este efecto deseable se haya conseguido por decisiones como la amnistía y los indultos es un asunto claramente discutible pero no descartable. Por cierto, que ahora, y después de aquella dura campaña en contra, incluso los propios autores de la misma ya aceptan los indultos como un instrumento admisible. Personalmente, y viendo el desarrollo de los acontecimientos, creo que sí, que esos acuerdos del Gobierno con los nacionalistas han ayudado a la recuperación del clima político y social en Cataluña, aunque no tanto en el resto de España.
Respecto al fondo de la cuestión y la bondad de la amnistía, permítanme una comparación quirúrgica: a nadie le gusta una intervención, pero a veces es la única forma de seguir adelante. También es verdad que antes hay que firmar un consentimiento y aquí eso ha faltado, puesto que el cirujano la ha considerado un caso de urgencia. Ahí está el debate, y no en los exabruptos ni en los anatemas apocalípticos. Y otro día hablaremos sobre el referéndum.
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