La corbata

Tradicionalmente, el nudo corredizo de la corbata es una lección que corre de padres a hijos

Al leer este título, la mayoría de mis buenos lectores se habrán temido, aterrorizados, que voy a volver a hablar de Pedro Sánchez. Sin embargo, si algún ex alumno mío ha echado un ojo al periódico, habrá sonreído. Él sí sabrá de lo que voy a hablar. En efecto, de la corbata.

Todos los años, cuando trabajamos la entrevista de trabajo, les enseño a hacerse el nudo de la corbata o, mejor dicho, a hacerse tres diferentes nudos de corbata. La razón es, naturalmente, biográfica. Tuve un profesor de Matemáticas con el que no aprendí casi nada. No lo digo adornándome, en plan tío de letras que a duras penas sabe sumar, y lo encuentra una genialidad personal. Jamás hay que presumir de la ignorancia. También mis alumnos saben que, si no han leído un libro desde la infancia en que leyeron a Jerónimo Stilton, mal está, pero muchísimo peor estaría presumir, cosa que ellos no hacen, porque ya les advertí yo. El caso es que las Matemáticas para mi vergüenza, muy mal; pero un día, ese profesor nos dijo: "¿No sabéis haceros el nudo de la corbata? Venga, os voy a enseñar".

No hay vez que me haga el nudo de la corbata sin un nudo en la garganta. Cruza por mi mente, mientras se cruzan entre mis dedos los dos trozos de seda, el relámpago de aquella ocasión: el aula exacta, la luz, mis trece años, las risas ante las torpezas ajenas y las propias. Y el nombre del profesor: don Miguel Salas.

Tradicionalmente, el nudo corredizo de la corbata es una lección que corre de padres a hijos, es verdad, pero también es verdad, como explica Armando Pego, que el padre, el profesor y el monje son figuras con grandes áreas en común, que se explican y sostienen mutuamente. (La teoría de los conjuntos sí que la aprendí bien.)

Emulo a don Miguel Salas, pues, para dejar una anudada memoria agradecida en mis alumnos. En todos, que ellas también aprenden a hacerse la corbata, naturalmente. Aspiro a que también recuerden para siempre las causas del despido objetivo, como es lógico. Si dominan el temario, es el sobresaliente de ellos y del profesor. Pero sueño con el notable de un recuerdo vago, lateral, algo reaccionario, cada vez que, ante un espejo, se arreglen un poco más. Y quién sabe si, además, se acuerdan de que hubo un previo profesor de Matemáticas en un aula luminosa de primeros de los ochenta. Y ojalá enseñen a sus hijos o a sus alumnos a hacerse el nudo de la corbata. Anudaremos una pequeña tradición.

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