Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
La cantante y pianista Roberta Flack, fallecida a los 88 años, no era una diosa del soul, como lo fue esa deidad suprema llamada Aretha Franklin. La canción tiene sus diosas. La copla, a Concha Piquer; la chanson, a Edith Piaf; el jazz a Ella Fitzgerald y Billie Holiday (en este caso encuentro imprescindible dar dos nombres, el de la más acariciadora y elegantemente serena y el de la más desgarradamente trágica). Pero el panteón no se agota en ellas. Roberta Flack era dulce, suave, elegante. Y tuvo la suerte de dar con las canciones y los arreglistas que sacaron todo el partido de unas cualidades que también podrían haber sido limitaciones en un género tan lleno de fuerza y de vigor.
Su primer golpe de suerte fue ser descubierta en un club de jazz por el pianista y cantante Les McCann, que recomendó a su discográfica, la poderosa Atlantic, que la fichara. El segundo fue que, tras grabar sus dos primeros álbumes en 1969 y 1970 con un discreto éxito, Clint Eastwood escogiera en 1971 una canción del primero –The First Time Ever I Saw Your Face– para su debut como director con Play Misty for Me y la convirtiera en su primer número uno. Su posterior disco con Donny Hathaway fue un éxito y tras él vino su consagración definitiva con Killing Me Softly with His Song en 1973. No es cantante de una sola canción, por supuesto, y tras ella grabó otros éxitos. Pero esta canción marcó una época y logró eso tan difícil que es convertirse en un trozo de vida y una fuente de recuerdos para millones de personas.
La canción tiene una borrascosa historia de pleitos entre sus autores, Charles Fox, Norman Gilbel y Lori Lieberman, inspirándose esta última en una frase de Rayuela de Cortázar (Killing Us Softly with Some Blues) y había sido grabada por Liberman dos años antes. Roberta Flack la oyó y decidió hacerla suya contando, para los arreglos, con el asesoramiento de Quincy Jones y la producción de Joel Dorn. La cuidada y elegante orquestación logró crear el universo sonoro perfecto para potenciar sus cualidades. Los músicos que le hicieron el traje orquestal de terciopelo a la medida de su voz fueron excepcionales: Donny Hathaway (fondos vocales), Eric Gale (guitarra), Ron Carter (bajo), Grady Tate (batería) y Ralph McDonald (percusión). El resultado fue una de las más elegantes y sofisticadas canciones que Atlantic haya producido en su gloriosa historia.
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