Su propio afán

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VOX que clama en el oasis

OBSERVO una llamativa desproporción entre la nula representación de VOX y lo que se le sigue nombrando. La existencia de su nicho ideológico, aunque vacío de votos, se deja sentir en los medios porque representa un espacio de derecha identificable que no se contamina de elementos fascistoides y se distancia del difuso centrismo del PP. El sacrificio de Ortega Lara o la lucha por la democracia en el País Vasco de Santiago Abascal dan ese rédito.

Todo lo demás ha sido fracaso. El PP, que no ha logrado desactivar a Ciudadanos como partido de centro, sí ha conseguido bloquear la escisión a su derecha. Los movimientos internos del PP que alientan una renovación interna, aunque con buenas intenciones, acaban actuando de placebo contra la existencia de una auténtica derecha. Ya comenté que el PP ha cometido un fallo estratégico ahogando a VOX. Un partido a su derecha haría más por centrarlo (que es su sueño) que todas sus voluntariosas contorsiones ideológicas.

Pero ese fallo ya lo expliqué. Dediquemos este artículo al fallo de VOX, que también lo tiene. Por el origen político de sus cuadros y por la inercia de su impulso fundacional, se ha obsesionado con recoger insatisfechos del PP: las migajas que caen de su mesa. Ese voto, sin embargo, se ha mostrado monolítico. Se sabe que en España no hay conservadores sino conservaduros, y el euro sólo ha estropeado el juego de palabras, sin alterar el fondo del asunto. "Lo importante es la economía" es un eslogan que el votante del PP ha comprado, vendiendo lo demás.

VOX tendría que clamar menos en el oasis del voto del PP, donde se siente cómodo, porque percibe, al menos, el calorcillo de la mala conciencia ideológica de tantos. Es su zona de confort. El partido de Abascal, si quiere sacar la cabeza, no tiene más remedio que salir a disputar un voto tradicional de izquierdas, que lo hay, con valores familiares, amante del orden y del sentido común. O sea, pescar como Ciudadanos y Podemos, cada cual por su extremo, en el caladero hondo del PSOE, que se reparte. Conectar, como los partidos de derecha europeos, con las clases medias empobrecidas, con los golpeados por el paro, con los desamparados por una civilización claudicante, con unos españoles que van quedándose, poco a poco, sin país; y convencerles de que, increíblemente. la política conservadora les conviene. VOX va a tener que clamar en el desierto, si quiere cruzarlo.

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