Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vive Calila
LAS salas de espera de los hospitales, sobre todo las de urgencia, son lugares que acongojan. A veces horas esperando que a uno, o a algún familiar, lo atiendan de alguna dolencia. Con los recortes de personal se han saturado todavía más.
En las horas de espera se ve de todo. Son un compendio de todas las enfermedades y accidentes imaginables. Cuando los familiares se quedan solos, se desahogan -a veces demasiado- con los colindantes; es como un confesionario médico. Todos saben de casi todo, y opinan de todo, como en el fútbol. Y a todos nos da por tranquilizar a los demás, aunque nosotros no lo estemos por nuestros propios pacientes.
He vivido situaciones surrealistas y berlanguianas, como la provocada por los clanes familiares cuando uno de sus patriarcas se pone enfermo. Suele pasar con familias de etnia gitana, que todavía conservan el concepto de familia amplia, al contrario que los payos que la hemos reducido al mínimo, a veces individual.
El silencio suele ser general, no tanto por los conocidos carteles de "Mantenga silencio, está usted en zona hospitalaria", como por la atención masiva a los móviles. Hay veces que hay 30 o 40 personas y nadie habla, todos teclean el móvil. Silencio sólo interrumpido por el sonido de las llamadas, algunos indescriptibles, de aquellas personas que sienten la necesidad de que todos sepamos que alguien las llama y, además, que tengamos que soportar su conversación, que nos viene el pairo.
El personal en espera suele ser de clase media para abajo. No sé si los ricos nunca se ponen enfermos, o si tienen sus propios hospitales privados, eludiendo así tanta chusma popular. Por eso quizás la casta política, ajena a estas esperas masificadas, aprueba recortes de plantilla que ha empeorado manifiestamente nuestra sanidad pública. ¡Mas negocio para la floreciente sanidad privada, la nuestra!, pensarán.
Profundamente desagradables son esos que hablan en voz alta, despotricando del personal sanitario como si de ellos fuera la culpa de tanto retraso en la atención médica. Por eso, desde aquí expreso todo mi reconocimiento a los médicos, enfermeros, auxiliares…, que con su atención y profesionalidad nos hacen soportar tanto trámite burocrático y tantas esperas para que nos puedan atender con dignidad.
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