¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Objetivo Opus Dei
Su propio afán
Víctor Klemperer (1881-1960) escribió un libro fascinante: La lengua del Tercer Reich: apuntes de un filólogo. Eso de apuntes de un filólogo parece entrar en flagrante contradicción con la fascinación. No. El papel del idioma fue tan esencial en el establecimiento del régimen nazi que se puede leer a la par como una aventura intelectual y como un manual de estrategia. La lengua es el cristal a través del cual la mente humana observa la realidad. Una distorsión lingüística termina configurando una visión retorcida. Nada manipula mejor al ser humano, ese animal de palabras, que los retoques intencionados al diccionario. Es como manipular su ADN intelectual.
Con esto en mente (nunca mejor dicho), y salvando las distancias entre nazis y postmodernos, va siendo hora de que un filólogo sistemático, inteligente, con tiempo y sentido del humor, se aplique a la tarea de analizar las manipulaciones que hacen con el idioma hoy por hoy.
Yo lo haría, pero no soy en absoluto filólogo ni nada sistemático ni totalmente inteligente, no tengo tiempo y estoy perdiendo el sentido del humor. No soy el hombre apropiado. Quien lo haga bien, sin embargo, va a dar con un filón; y Kemplerer se lo aplaudiría.
Porque nuestras democracias se están haciendo con un lenguaje políticamente intencionado, que imponen por repetición y por supresión de cualquier resistencia. Desde el llamado lenguaje inclusivo hasta la manera de abordar las informaciones. Véase que, aunque se habla de “los ciudadanos y las ciudadanas” nunca se habla de “los asesinos y las asesinas”, por ejemplo. La derecha prácticamente siempre es ultraderecha, pero la izquierda jamás es ultraizquierda. Fascista es todo el discrepa, aunque sea tradicionalista, que es lo más contrario del mundo a un fascista. Etc.
Lo peor es el tratamiento a los atentados contra los partidos populistas de derecha. El apuñalamiento en un mercado alemán del líder de AfD ha dado titulares que merecen estudiarse por ese filólogo crítico. No se destacaba el atentado ni que había sido perpetrado por un islamista, sino que había acontecido en un acto de la ultraderecha, como si lo obvio para la violencia era el marco. Klemperer sabía que estos juegos de manos de palabras no son neutrales. Tenga cada cual la ideología que profese, conviene que cuidemos la transparencia, la honradez y la objetividad del lenguaje. Por el bien de la realidad, esto es, de todos.
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