Cambio de sentido
Carmen Camacho
Se buscan vencedores
Tribuna libre
SIEMPRE hay un antes y un después, pero tras lo ocurrido hace unos años ya en el Espacio Europeo de Educación Superior (vulgo llamado Plan Bolonia), el escenario en el cual se debate la profesión de la ingeniería ha cambiado en su totalidad. Algunas cosas buenas tiene lo nuevo, como cambiar la manera de entender la ingeniería que en nuestro país tenía un sabor único a nivel mundial. Dice un buen amigo mío que el único que desfila bien es su hijo, y que los demás llevan el paso cambiado, y a tenor de lo sucedido en nuestro país desde tiempos de sombreros y bombines, por fortuna nos vamos armonizando con el resto del mundo. Las titulaciones académicas de ingeniero e ingeniero técnico pasan a mejor vida -que no las profesiones reguladas- y se da paso a los grados, los másteres y doctorados. Tres niveles para aquellos que, a su gusto y antojo, puedan disponer de titulaciones distintas y por ese orden.
A nivel mundial la profesión reconocida y habilitante para ejercer la ingeniería es el grado, y así lo demuestran los famosos Bachelor y similares que estudian entre 3 y 4 años académicos. Otros optan por ingenieros de universidad o ingenieros de empresa, pero casi de manera unánime lo que prevalece a nivel mundial es la conjunción entre formación académica, formación a lo largo de la vida profesional y la experiencia profesional, dando lugar al desarrollo profesional continuo. Este término sí que tiene gran aprecio mundial generalizado, pues aunque pases algunos años de formación en la universidad -que siempre son recordados con mucho cariño-, la vida profesional dura muchísimo más y es precisamente cuando el técnico afronta los encargos en su vida diaria y pone su rúbrica en ellos, cuando se aprecia la dimensión de la responsabilidad, el conocimiento de la normativa vigentes (tan sencilla y armonizada en nuestro país…) y otros factores que a más de uno le suben la adrenalina y otros menesteres hasta puntos insospechados.
¡Qué duda cabe que el profesional se hace en la calle! Tu formación siempre será la mochila que lleves con los útiles disponibles, pero lo cierto es que el ingeniero aprende y se forma cada día. El término obsolescencia aquí toma una dimensión muy importante y quien no está totalmente actualizado en las materias en las que trabaja está simplemente fuera de mercado.
Otro tema muy importante es el de las atribuciones profesionales, y aquí sí que hay que tener el tema muy clarito: el ingeniero que no tiene atribuciones profesionales no tiene capacidad de firma en sus trabajos y, por tanto, no puede realizar una parte tan importante de la profesión como el ejercicio libre (redacción de proyectos y otros encargos profesionales sujetos a la firma del técnico "competente"); igualmente, muchas empresas difícilmente querrán a ingenieros sin atribuciones profesionales, dado que dentro de la propia corporación hay muchos ingenieros que firman sus proyectos, etc…
Mi pregunta es clara y concisa: ¿qué ingeniero renunciaría a sus competencias profesionales -a sabiendas, claro está- pudiendo realizar un grado que sí las tuviera? Cercenar el derecho y la posibilidad de firma al ingeniero es como hacer a la primavera renunciar a las flores y al colorido que la caracteriza.
Esta es precisamente la cara oscura de la eclosión de las ingeniería desde las 17 ramas llamemos "tradicionales" en los títulos que son ofrecidos por las distintas universidades.
Digamos que al acceder a la carrera todos los alumnos y sus familiares más próximos ponen sus expectativas en el umbral más alto de esperanza: mi hijo será superingeniero doctorado en varias disciplinas… pero después el mercado hace su trabajo y en muchas ocasionas se toma la ya famosa "puerta giratoria" que lo deja fuera de juego y rompe las esperanzas de más de uno de estos estudiantes esperanzados. ¿Piensan ustedes que convendría que todos los graduados en ingeniería deberían tener atribuciones profesionales? No vaya a ser que estos superingenieros doctorados a priori decidan que con su titulación de grado, sus atribuciones profesionales y grandes dosis de ilusión -que las tienen y a raudales-, comiencen a andar y a participar en un mercado laboral que dice que la segunda profesión más demandada se corresponde con el antiguo ingeniero técnico industrial (a partir de ahora graduado en ingeniería, pero SIEMPRE con atribuciones).
Creo que de mis palabras quedará suficientemente clara la conclusión a resaltar: que no te den gato por liebre y tu grado siempre con atribuciones profesionales que te permitan pasar al mercado laboral tras tus años de periplo universitario. Después, vuelvan a la universidad cada vez que quieran, siempre estará dispuesta a ofrecerles sus másteres de 1 ó 2 años y dado el caso los estudios de doctorado.
Para más claridad y hablando de la Universidad de Cádiz, comentaré que los únicos grados en ingeniería que NO tienen atribuciones profesionales son el grado en Tecnologías Industriales (muy a pesar de que en esta universidad se solicitó con atribuciones, pero los juzgados la dejaron "fuera de juego", con lo que ha tenido que reinventarse y ofrecer alternativas para quienes sí que entiendan necesitarlas -conversión a grados especialistas- y el actual grado de ingeniería en Diseño Industrial). Los demás grados ofertados sí que tienen dichas atribuciones y permiten ejercer con plenitud.
Otro deseo, aunque sobre, en esta ocasión para la Universidad: atribuciones profesionales siempre, gracias.
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