Puente de Ureña

Rafael / Duarte

Fraudes, mentiras, toreros y símbolos

19 de agosto 2015 - 01:00

LA izquierda siempre ha sabido colocar en sitiales diferenciativos, como si fueran fonemas con ese valor, de los demás a sus intelectuales. Y ha callado, guardado y otorgado cuando la ocasión la pintaban calva.

Digo esto porque ahora, que quieren quitar de en medio a Pemán, al igual que a Manuel Machado o Salvador Dalí, debieran quitar, también, a Picasso. Sí, al fraudulento pintor del Guernica. Digo esto porque los mitos, al igual que los santos con peana, también eran, a veces, vivas la pepa, y remanguillé.

José Mª Sánchez Roda, socialista, responsable de la Junta del Tesoro Artístico de la II República en 1937 decidió salir de su silencio a los 92 años para denunciar que el Guernica es "una de las mayores mentiras de nuestra época". En revelaciones que ya realizó en 1997 y que tuvieron eco social, explicó que el cuadro fue realizado en 1935 por Picasso con otro título por encargo de una entidad cultural de México que le solicitó al malagueño un cuadro que representara una corrida, "donde aparecieran toros, caballos, sangre, espadas, gente eufórica", todos los temas que sugiriesen la fiesta taurina. Pintado el cuadro, Picasso no se puso de acuerdo en cuanto al precio con la entidad cultural mexicana, y como no lo pudo vender, lo guardó.

Cuando el gobierno de la II República le encarga la realización del cuadro alegórico del bombardeo de Guernica, Picasso hizo un collage con los materiales del cuadro que no vendió, lo retocó y salió la inmortal obra pictórica.

Sánchez Roda aseguraba que dicha utilización de un cuadro anterior para componer el Guernica, no pasó desapercibida para los miembros de la Junta Delegada del Tesoro Artístico, asegurando que sus miembros entre los que figuraba Josep Renau como director general de Bellas Artes, comentaron entonces el "rostro" del artista, aunque optaron por el silencio y respetaron al pintor.

Hoy, creo, Picasso se "descojonaría" si oyese los elogios, comentarios, disquisiciones, debates, artículos, estudios, tesis etc., que se producen en torno a su obra. Y se reiría más de los que las creen y las difunden.

También, al igual que copiaba cubísticamente las máscaras africanas, el cuadro tiene un antecedente compositivo que Picasso conocía: una obra de Manuel Navarro pintor del siglo anterior, titulado Feria de Cuernicabra, cuya disposición plagió intertextualmente, claro. En la Exposición de París, donde se expuso por primera vez, se tituló Gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de pájaro. Y, en la inauguración, el presidente de la República Francesa comentó los extraños dedos pintados a la figura de la mujer, a lo que el propio pintor respondió: No son dedos. Pues, ¿qué son?, le preguntó el presidente. Lo que usted, ellos y yo tenemos entre las piernas.

También sabemos que Picasso era un gran aficionado al mundo de los toros y comentó en alguna ocasión su idea de pintar un cuadro homenaje a la muerte de Joselito El Gallo, ¿será Bailaor el toro del Guernica?

Saco esto a relucir porque ahora que todo el mundo demoniza la fiesta taurina, y somos cuasi asesinos en potencia los aficionados, vendría muy bien que los antitaurinos se manifestasen ante el Guernica y pidiesen su retirada como símbolo del toro, y donde no aparecen ni bombas, ni tanques, ni aviones, ni escombros…

España es diversa. La Isla también. Pero siguen colocando a los simpatizantes de izquierda en sitiales de honor, elevándolos a santoral laicista y la derecha calla en una paupérrima situación intelectual. Así nos está yendo.

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