Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Feliz coincidencia

TE pueden gustar a la vez dos artículos que defiendan posturas enfrentadas, porque un artículo no se lee para estar de acuerdo, sino para ver pensar a otro bien y bonito, y coger carrerilla para hacerlo por nuestra cuenta y riesgo. Lo raro es estar de acuerdo con dos artículos que defiendan todo lo contrario, pero me sucedió. Ha sido a cuenta del famoso folleto de la agencia de viajes que regala una botella de ron y un preservativo a los que vengan al carnaval. A Fernando Santiago le parece bien y a Antonio Burgos mal, y yo estoy completamente de acuerdo con ambos.

Tiene toda la razón Fernando Santiago en que el botellón ya existe y se ha impuesto el fin de semana del carnaval y que el alcohol y el sexo se asocian, al menos platónicamente, con la fiesta masiva que se monta en Cádiz. Que una agencia de viajes los adoptase como estrategia comercial, a lo noches locas de Ibiza, era cuestión de tiempo. Tiene también toda la razón Antonio Burgos en que nuestro carnaval no es esto. Si acaso el de Brasil. De modo que puede ocurrir que un turista venga al carnaval de Cádiz, pase aquí dos días y dos noches, y se vaya sin haber visto el carnaval de Cádiz (y probablemente tampoco lo que le prometió su agencia de viajes, aunque eso es otra historia). En resumen, que no es esto y que esto es lo que hay.

La botellona es un signo de los tiempos. La globalización hace que el mundo sea una aldea holográfica, con calles y gentes idénticas y virtuales repitiéndose sin cesar, y ha uniformado igual las fiestas. Ya Miguel d'Ors describió los sanfermines como una "cogorza coral y una veneración venérea", lo que no dista nada de lo que promete el folleto. Ni de lo que encontrará cualquier joven en cualquier botellón de cualquier ciudad o pueblo de cualquier parte. Incluso las ferias, siendo tan típicas, van cediendo metros, año tras año, al botellón global, juerga clónica, noche de la marmota. Como en esta cosa monótona todos los gatos son pardos, hasta los del expediente han confundido las zambombas de Jerez y Arcos… ¡con otro botellón!

Hay un empobrecimiento que salta a la vista, pero, más que protestar, habría que mostrar cuáles son las distintas fiestas, con carácter propio y luz local y su diversión sui generis. Con que el folleto llevase en la letra pequeña un aviso: "Y el carnaval de Cádiz es otra cosa", se acabó la publicidad engañosa. Y el que venga, que compare y elija.

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