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TRIBUNA LIBRE

Juan José / Ortiz / Tte. De Alcaldesa De / Vivienda Y Comunicacion

Definitivamente no todos somos iguales

El Reglamento Orgánico del Ayuntamiento de Cádiz, aprobado en el año 1998, recoge en su Sección Tercera los artículos que rigen las sesiones plenarias. El Pleno se compone de los miembros de la Corporación, cuya presidenta es Teófila Martínez, que a su vez es la alcaldesa de Cádiz. En el artículo 56, "la iniciación del debate corresponderá al Grupo o Grupos Municipales de la oposición, por orden de menor a mayor representación, y se contestará por el Grupo o Grupos que integran el Equipo de Gobierno". Como pueden ver, el Reglamento Orgánico del Ayuntamiento de Cádiz ya bien claro que el que cierra el debate es el Equipo de Gobierno, al igual que en todas las instituciones públicas.

Lo sucedido en el pleno del pasado viernes no debe volver a ocurrir jamás. Fue un lamentable espectáculo en el que unos más que otros se dejaron llevar por los nervios, hasta el punto de acabar faltando el respeto, gritando, interrumpiendo y no haciendo caso de las llamadas al orden de la alcaldesa-presidenta, que hasta en tres ocasiones llamó al orden al señor Román, recibiendo a cambio gritos, expresiones de mofa y burla, así como ademanes coléricos absolutamente fuera de lugar.

Llegados a este punto, desde el Equipo de Gobierno creemos que hay que dejar claro algunos aspectos en cuanto al reglamento que ordena el Pleno. Y es que una mentira repetida parece que acaba convirtiéndose en verdad a ojos de la sociedad, en este caso gaditana: que la alcaldesa incumple el reglamento del pleno cerrando las intervenciones, una afirmación que parte desde la bancada socialista y que puede calar en determinados sectores. Por citar otro artículo, el 58, este recoge que "los turnos son cedibles y renunciables". La presidenta de la Corporación, Teófila Martínez, que es también la alcaldesa y miembro del Equipo de Gobierno, puede hacer uso del turno de palabra de su grupo, precisamente por ser alcaldesa. Este caso no es extrapolable a otras cámaras, como el Parlamento Andaluz, cuya presidencia no recae sobre el Presidente de la Junta de Andalucía, o sobre el Congreso de los Diputados, con José Bono como presidente.

También es necesario destacar que la acusación de los concejales socialistas y de Rafael Román pone en entredicho la labor de funcionarios municipales presentes en todo momento en todas y cada una de las sesiones plenarias, y cuya presencia allí es precisamente la de velar por el cumplimiento del reglamento.

En referencia a los insultos, desde el Equipo de Gobierno podemos utilizar la ironía o el sarcasmo, pero nunca utilizamos el insulto como arma arrojadiza en los plenos. Por tanto, ¿es que no tenemos derecho a contestar cuando se nos insulta?

Y todo ello, cuando el espectáculo arranca en el momento en el que Román y Peralta regresan al Pleno, tras hora y media de ausencia de una fiesta en Diputación. Sin saber de qué se estaba debatiendo, sin saber en qué punto se encontraba la sesión, sin saber que la concejala socialista Natalia Álvarez acaba de comparar al Equipo de Gobierno con las aves carroñeras, reanudaron su presencia el Pleno Ordinario del Ayuntamiento de Cádiz con burlas, aspavientos, morisquetas, poniéndose de pie, para gritar más, buscando la foto, buscando, efectivamente, que se les llamase al orden, algo que posteriormente ha ratificado el señor Román, diciendo que eso precisamente era lo que buscaba y que pensaba repetirlo cada cierto tiempo. Buscando la bronca y quizá incluso que se los expulsase del Pleno. Pero se equivocan: el Ayuntamiento de Cádiz no es el Ayuntamiento de Vejer, donde el PSOE expulsa a concejales, o el Ayuntamiento de Chiclana, donde a la oposición se le niega el segundo turno de palabra, al que tienen derecho, porque su alcalde -otro Román, por cierto- interpreta que el punto ya está aclarado. Un hecho que en Cádiz, con Teofila Martínez, jamás ha ocurrido: denegar un segundo turno de palabra a la oposición.

Lo sucedido en el Pleno del pasado viernes vuelve a evidenciar que el PSOE no soporta, y lo que es más grave, no se acostumbra -y llevan muchos años ya - a estar en la oposición, que es donde les quiere la ciudadanía. Lo más lamentable es que el triste espectáculo del viernes nos afecta a todos, y no sólo a los causantes de un hecho que, mientras todos celebramos el respeto al juego democrático que supone la Constitución de 1978, algunos hayan puesto de manifiesto que de juego limpio, sometimiento a las reglas y respeto al árbitro, saben bien poco. Sólo lo exigen cuando están en oposición, porque cuando gobiernan no lo practican. Una muestra más de su actitud, dentro de una política de tierra quemada. Lo que nosotros lamentamos profundamente es, a nuestro juicio, lo más grave: que se sienten satisfechos y orgullosos de lo sucedido el viernes.

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