Manuel Amaya Zulueta

Virgencita, déjame como estoy

El pálpito amarillo

30 de septiembre 2024 - 03:05

Virgencita,déjame como estoy, o sea, en segunda, porque la gente empieza a pensar en la tercera. Ya sé que eso de tercera ya no existe; pero todos me entienden, que no descendamos de nuevo, vamos, que no sería la primera vez por desgracia. Porque tal como se ve al equipo, la gente se inquieta, porque no tenemos eso, equipo. ¿Qué hicimos en la primera parte? Nada. Un equipo desangelado, manco, cojo y tuerto. Parece que estos jugadores no ambicionan ganar. Van despacito, inapetentes, permiten que la delantera contraria llegue hasta casi el área chica, reculando, corriendo hacia atrás, mirando al contrario en vez de pararlos. Fali, vuelve. Porque en el gol nadie impide ni molesta al jugador del Eldense, que hace el recorte para dentro, que es lo que nunca debe permitir un defensa. Un horror. El tal termina metiendo la punterita y otro partido en casa cuesta arriba. Porque el gol está muy costoso en el Estadio Carranza.

Gil dio una cal y otra de nada. El gol no era tan difícil de parar. Era blando, manso, el tirito del alicantino. Una sarta de errores por parte de toda la defensa, excepto de Iza.

Iza cumple siempre, unas veces saca notable y otras aprobado, casi nunca suspenso. No comprendo por qué las voces cercanas le chillan o no le perdonan una. Por cierto:

en primera siempre hacía tres o cuatro galopadas por su banda. Ahora, no. Y creo que es porque en primera hay más espacio para jugar; la segunda es más pegajosa, más viscosa, no deja jugar apenas. Me parece una división forjada más para no dejar crear al contrario que para realizar.

Cuando el Exglorioso fichó al marbellí comenté a los amigos: “Éste tiene una pierna derecha temible, algo así como Aqueche”. Alguno me cortó: “Otro cojo”. Hablo de Ontiveros, el mejor fichaje que se ha realizado este año. Ayer lo demostró poniendo en el área algunos buenos centros y rematar su buen segundo tiempo con un golazo tipo Lamine. Y se hartó de correr.

Los centros. Nunca encuentran una cabeza ad hoc. Porque nuestro goleador ayer estuvo…, pero no estuvo. López, ¿tú lo pones el tiempo que haga falta a cabecear al gaditano? Porque todo se aprende con la repetición. Zarra, “la cabeza más brillante de España”, no sabía rematar cuando llegó al Bilbao, le dolía la cabeza, le sangraba, y él solito se hizo un rematador de fama internacional. Colgaba del larguero un pelotón de esos de cuero y abertura para inflarlos, un tanque, y se ponía horas y horas a rematar, se hizo una herida, luego un callo y luego, a meter todos los centros que le ponía Gaínza. Los entrenamientos son para entrenar: Perogrullo.

Del resto para qué hablar.

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