Los manifestantes ante el foro de Davos (WEF) piden con toda razón más acción y menos reuniones, pero no deja de tener sentido que, con todas sus contradicciones, las personas más poderosas del mundo de la empresa, política, organizaciones e instituciones se vean y hablen. Hay 2.658 oficialmente registradas, y varios cientos de invitados por grandes empresas, cuyos principales directivos suelen ir al WEF, aunque sólo una de las diez personas más ricas del mundo acude, porque no se sienten cómodas. Este año se ha acuñado el término "policrisis", una situación en que distintos riesgos entran en colisión y sus efectos se multiplican; en los económicos destaca que una cadena internacional colapse, como la energía, el transporte, o los microchips; en el medio ambiente, la crisis de alimentos; la confrontación de estados y la guerra es el principal riesgo político; y entre los sociales el más importante es sin duda la erosión de la cohesión social y las desigualdades. Hay otros como la caída en servicios públicos sanitarios y educativos; y la desinformación y continua propagación de falsedades, que también preocupan. El presidente del Gobierno Pedro Sánchez ha tenido un doble papel; uno, con un discurso al pleno sobre estos cuatro riesgos, poniendo el énfasis en la responsabilidad de Putin, pero añadiendo que además tenemos nuestra propia lucha contra el miedo, la desconfianza, el orgullo, la xenofobia, y el deterioro del medio ambiente, dando sentido al Foro al decir: "Si no es ahora, ¿cuándo? Si no somos nosotros, ¿quién?". El otro papel ha sido explicar las fortalezas de España ante empresarios foráneos, y reunirse con las grandes empresas españolas intentando vincularlas a la aportación extraordinaria que requiere esta difícil situación -y sobre lo que nuestra Constitución habla en el Artículo 128-, lo cual no es fácil, pues los directivos tienen que conciliar buscar el resultado y cuidar a los accionistas, con que sean menos ambiguos sus principios de responsabilidad social.

El pájaro azul es un evento raro que nos trae alegría, a diferencia de lo que en la crisis financiera e inmobiliaria se popularizó como cisne negro, o suceso inesperado que como ahora el Covid-19 o la guerra puede ser una ruina. El buen tiempo ha sido, al menos unos meses, un pájaro azul para bajar el precio de la energía, pero sobre todo habría que valorar la extraña cohesión en Europa en el plan energético, la escasa discrepancia en política monetaria y fiscal, y la posición ante Rusia. Penelope Fitzgerald tiene una novela que se llama La flor azul (Flamingo, Impedimenta), que aunque no tan raro, en la ambigüedad de la novela es lo que no se espera pero se sabe bueno y anhela, la parte positiva de la vida si tenemos disposición para encontrarla, incluso dentro de las discrepancias habituales. Hay unas frases donde el protagonista dice: "Mis maestros no se ponen de acuerdos entre ellos, mis amigos discrepan de mis maestros… pero eso es solo a un nivel superficial, pues son personas de razón y pasión, y tenemos que creer en ellos". Hay sin duda un mensaje de esperanza en esta extraña novela para encontrar cada uno motivos para incluir a los demás, y superar lo oscuro con un pájaro azul inesperado, o una flor azul, buscada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios