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Dije que iba a comentar esta historia, que es interesante. Es la de un ciudadano que en el siglo pasado vivió en Cádiz, a donde llegó desde Lérida, porque su hermano el hereu se había quedado con toda la herencia. Y la vida en Cádiz en aquel siglo fue muy dura y curiosa a la vez. Escribió un diario en catalán y en español que conservo como una verdadera joya.
Se casaron en la parroquia del Rosario en 1857 y al año siguiente nació su hija Manuela. Resulta que paseando por el muelle, se encontraron, se hicieron novios y se casaron. Pero las pasó canutas. A veces decía en una de sus páginas: “Desde el día 19 de febrero estoy parado por falta de trabajo y por ahora no hay todavía esperanza, pues Cádiz está en el estado más deplorable”. Logró a pesar de todo arrendar una confitería, “que a mi parecer puede proporcionarme un pedazo de pan”.
En otra parte dice de Cádiz: “Hoy se han recibido noticias muy alarmantes, a la una y media amaneció una proclama en las esquinas de las noticias que han traído dos postas que han llegado de Madrid y de Barcelona”. Que ya se sabe que este siglo fue muy difícil y hubo quebrantos para España, con múltiples azares políticos y sociales, y lógicamente repercutió en Cádiz ,sufriéndolo sobre todo los más necesitados. El Bienio Progresista, la Revolución Gloriosa, el levantamiento de Cuba, Amadeo de Saboya, la primera República, el levantamiento carlista, etcétera.
El hombre, a pesar de tod,o consiguió arrendar una confitería, pero la cosa no le fue muy bien y dice en otro lugar: “Confirmo que hoy he cerrado la confitería y tengo que abonar los gastos de arrendamiento”. Le explica por carta al hermano: “Por culpa tuya estoy paseándome por Cádiz con las manos cruzadas”. En otro aparte cuenta que “Cádiz se pone cada día peor. De casa Delgado, yo he salido dos o tres veces de allí y he vuelto a entrar, y en la actualidad estoy desacomodado”.
En otra ocasión afirma: “Entro a trabajar en casa de Don Francisco Jiménez y Don Enrique Rey a seis reales diarios y en las veladas otros seis”. Más tarde, en otra confitería “perteneciente a Doña Dolores García”. En otra ocasión le embargaron una tienda en la que simultaneaba pastelería, droguería y papelería.
N.B. Pone ejemplos de cómo hacer pasteles. Transcribo uno de los muchos: “Bizcocho de agua. 8 huevos enteros, ¾ de azúcar blanca y almidón en polvo. Se echa azúcar, yemas y huevos en una cazuela batiéndolo bien, y cuando esté bien batido, dale candela; estando frió, echa almidón y entonces lo viertes en dos cajas de lata y lo pones a cocer en un perol y que no hierva”. En su libro pone todas las recetas de cuantos dulces y pasteles se hacían en las confiterías de Cádiz. Para los entendidos es una enciclopedia dulcera. En fin, es la historia de un gaditano del diglo pasado, curiosa e interesante.
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