Si usted no ha podido visitar, todavía, esta temporada la playa de Camposoto, no tarde en hacerlo. Si usted es de los muchos que prefieren coger carretera los fines de semana para irse a otra playa, le invito a visitar Camposoto, la nuestra, y se lo recomiendo yo que no soy muy playero. Sinceramente ha merecido la pena tener paciencia con las obras porque nos ha quedado una playa envidiable, con unas infraestructuras y unos servicios públicos, no solo en el interior sino también en el exterior, difíciles de encontrar en unas de las playas de nuestro alrededor. La nueva carretera le ha añadido una imagen de cinco estrellas, una gran imagen para una gran ciudad.

Nos faltan hoteles que puedan convivir con la naturaleza que rodea todo su entorno, pero estoy seguro que llegarán porque se están creando las condiciones para ello. Todo bien cuidado, con luces de energía renovables.

Hay que recordar los años que lleva funcionando la playa y se justificaba la desidia de crear infraestructuras culpando a Costas. Aquí todo era culpa de Costas o de la Armada. Pero siempre encontrábamos alguna pega. Nos recreamos en las ausencias, en lo insignificante, para no reconocer que lo que no se hizo antes se está realizando ahora. Muy bien se tienen que estar haciendo las cosas para que se haga oposición sobre minucias. Cuando no se quieren reconocer las cosas bien hechas, lo mejor es ignorarlas. Ahora estamos distraídos buscando unas palmeras que estaban que daban pena y que quitaban aparcamientos, como si fueran una planta autóctona de La Isla. Palmeras, que dicen, daban sombras. Y es que a la playa se va a coger sombra, no sol, nos ponemos a la sombra de los árboles o, en este caso, de palmeras que estaban mareadas de tanto darle los vientos. Yo no entiendo mucho, o nada, de plantas pero no creo que esas palmeras formaran parte de la naturalidad de Camposoto.

Yo recuerdo la polémica que se formó en Cádiz cuando un alcalde, que era manco, llenó la avenida de palmeras. Hasta se ganó un sitio en el Carnaval. Aquí empezamos a visualizar este tipo de plantas cuando comenzó a salir la hermandad de La Borriquita. Después ya se ha ido llenando la ciudad no sé si por ser baratas o por desconocimiento del de turno. Pero lo que sí sé es que no dan sombras. Palmeras sí, palmeras no, puede ser un juego de palabras pero nunca oposición. Yo creo que la oposición, con todos mis respetos, tienen que ponerse las luces largas y mirar al futuro. Necesitamos, la ciudad necesita, una oposición que ofrezcan alternativas políticas sobre la playa, sobre la Plaza del Rey, sobre la playa de La Casería, sobre la gran transformación que va a sufrir La Magdalena, sobre el arreglo que necesita eEl Castillo por la mala ejecución que tuvo, y yo creo que hasta el equipo de gobierno se lo agradecería. Ahora, perder el tiempo buscando unas palmeras, no creo que esté justificado.

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